Dedico este post a Diana... y pido perdón por el retraso. Vuelvo.
Las jornadas laborales son únicas: liebres tras una esquina. Cada una con su propio desafío y sorpresa. La rutina es ritual, camino que te lleva de la mano. Pero a veces hay días como túneles. Los atraviesas y ves la luz. Y si el túnel se alarga, de una isla a otra isla, se va alejando la luz azul y la tienes que inventar.
Ayer la mañana parecía un páramo, un desierto de papeles que se amontonaban encima de mi mesa de trabajo. Por eso se me ocurrió un poemilla tonto, para conjurar el día feroz, para distraer al lobo y que me enseñara el atajo breve, pero el de verdad:
Quiero ir a mi casita
y meterme en mi camita
taparme con la mantita
para hundir mi cabecita
en la feliz almohadita,
¡que venga mi mamaíta
para darme la manita!
Toda esta salmodia fue coronada con risas por parte de mis compañeros de isla, que bautizaron la broma poética como "romance del día feroz". Yo protestaba, esto no es un romance, tendría que rimar en libre a, además no rima, solo acaba todo en diminutivo, y eso no vale, es trampa... Pero en medio de mi argumentatio, y a punto de emprender otro túnel de papeles, caí en la cuenta de que todo eran octosílabos...
Más que romance era conjuro, porque conseguí acabar todo lo que me había propuesto y el día de hoy ha sido azul, radiante, repleto de trabajo, sí, pero trabajo soleado.
Es la felicidad del lunes o del jueves: terminar la jornada "radiantes de cansancio".
5 comentarios:
Jajajaja!!!!!!!!!!! Esto es un viejo hechizo contra el lunes feroz. Me hizo mucha gracia :) Ya te echaba de menos! Vuelve pronto! Ánimo, Adaldrida!
Me encanta, me superencanta!!
Un besazo
Mola el hechizo. Probaré con el conjuro el lunes, que promete ser día durillo
Que bueno eso de radiante de cansancio...
Ignacio, claro que te gusta... ¡porque es nada menos de Miguel d´Ors! Por eso lo pongo entre comillas...
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