Una oficina posee praderas, un páramo de mesas blancas y radiantes repletas de ordenadores, teléfonos, papelotes... y cajones.
Hace unos días entreabrí el primer cajón de mi mesa de trabajo y mi compañero, Álvaro, se quedó estupefacto:
-¡Hala, si tienes allí todo un Sephora!
Unos grandes almacenes encerrados en un cajón. La mente femenina se dispersa en una cantidad fatídica de acasos calderonianos: Y si como fuera, necesito un cepillo y pasta de dientes, y si no suena el despertador y tengo que correr hacia el idílico oasis, ¡sin pintar! Horreur y paveur, necesito una polvera y colorete cuanto menos. ¿Y si me despeino? Necesito un peine... y colonia porque ocho horas son ocho horas metafísicas pero muy concretas al mismo tiempo... Y así, sutil y sinuosamente (o sea, de un modo femenino), el tímido depillo de dientes de transforma en una sucursal de la perfumería del Corte Inglés.
Y al abrir el cajón segundo...
Se desbordaban los poemarios y antologías que utilicé hace un par de semanas para rematar un artículo sobre poesía publicada en Sevilla en los últimos años y así anecarme algún día...
Álvaro contempla atónito la visión y exclama:
-¡Y en el segundo cajón, guardas toda una libería!
Sephora y Castroviejo en mi mesa de trabajo... ¿será un símbolo?
7 comentarios:
¡Lo es!
Qué grande! Me encanta leer este blog! Es actual y a la vez barroco, hay prosa convertida en poesía, es acogedor... mola! Un beso muy gordo desde Salamanca (Ciudad Dorada)
Ana, como me ha emocionado tu comment. A veces tengo tentaciones de dejarlo y es entonces cuando veo que con una lectora como tú (y un lector como EGM)vale la pena...
Ciudad dorada, qué bonito... ¿Sabes que hace un año di un recital en tu ciudad?
Y más que no comentamos... No lo dejes, por favor.
Aunque no valga de mucho, p
por si te sirve de apoyo, te leo habitualmente, y me encanta. Me sumo al ruego de anónimo
Vaya... ahora me siento como si hubiera amenazado con dejarlo para recolectar muchos "¡noooo!" Tentaciones de dejarlo se tienen siempre, pero aquí seguimos, seis años y medio después. Gracias a vosotros.
No, please don´t go... ni hablar de irse de la globoesfera. Acabar cada lectura de una de tus entradas con una sonrisa, no tiene precio...
Gracias Ro
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