Pienso en Juan, y veo un hombre chispeante vestido de caballero. Filosóficamente vestido de su auténtico y más recóndito ser. Bailando como una peonza en la boda de su hija. Bailando conmigo, con ese gancho irresistible que le hizo arrebatador. Pienso en Juan, y veo simpatía abrasadora. Le veo emocionado en la boda de su último hijo. Bajo una buganvilla, bebiendo jerez en una copa que no terminaba nunca.
De fiesta en fiesta, de boda en boda familiar nos visitábamos. La vida era un carrusel de música rotunda. La vida era un tedeum encendido. Y así será su vida de verdad, ahora que llegó.
Has llegado, por fin, a la Gran Boda.
3 comentarios:
Bonito texto...y menudo intriga me dejas! Besos!
Sorry, pero no es bugambilla, sino buganvilla...
Lo siento mucho. Y qué bonito.
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