En Madrid llovía. Y no pudimos visitar el convento de las Descalzas, ni ver el cuadro de la Virgen del Milagro que allí duerme, sin saber que es culpable de que tres generaciones de mujeres en mi familia se llamen así, como un milagro solitario. Pero estuvimos paseando debajo de la lluvia, caminando por la calle del Arenal, con todas las tiendas abiertas pese a que era domingo. Y al fondo de la calle, cerca ya del convento, había una feria de artesanía auténtica: cuero, cerámica, cristal de murano. Y un dulce hombre argentino que vendía pulseras de macramé y se llamaba Damián Blosztein. Me dijo que vivía en Aranjuez, y que hacía anillos artesanos con resina y perlas de cristal translúcido que pintaba por debajo, con esmaltes para uñas.
Y, puesto ya en el dedo, parecía una pompa de jabón irisada, de color rosa muy suave, casi malva, casi aire.
3 comentarios:
Qué bonitas!! Las uñas, el anillo y tus palabras.
¡Qué bonito anillo!
Sip. qué ganas de ir a esa feria...
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