Los visillos blancos ondeando, bailando con ráfagas de luz. Ausencia de persianas. El orden y el caos.
El cielo escarchado de Logroño... Disparé esta foto el día que ganamos la Eurocopa |
Andar descalza por la casa, por toda la casa, sabiendo que no se ha roto ningún vaso de cristal en la cocina y que mis pies desnudos pueden tambien hollar lo que antes solía ser territorio proscrito.
Mi cama de matrimonio solitario como una extensa pradera, metro y medio de funda nórdica. Caer rendida y rodeada de revistas y poemarios, a una hora indecente. Amanecer con la luz del sol y de la radio.
Buenos días Javi Nieves. Las cien y una noches. Ruido de radio en la cocina, la lámpara encendida en la entrada y esa sensación de no vivir sola, sino con toda la plantilla de Cadena Cien, y con Dani Martín cuando canta "Son sueños", y con Luis Fonsi que me recuerda que él no se da por vencido... Y, los fines de semana, cambiar a Radio Clásica y vivir junto a Bach.
Haber contratado a una mujer rumana para que limpie mi casa, sentirme un poco princesa para, momentos después, sentir que estoy generando un mini puesto de trabajo en esta España nuestra, y que gasté una mañana entera en las dependencias de la Seguridad Social y salí victoriosa.
Comprobar que Mercadona no es solo una sección de perfumerías. Comprobar que me gusta más Mercadona que Carrefour. Comprobar que la fruta, los tomates, el jamón york y el membrillo casero no me gusta comprarlos ni en Mercadona ni en Carrefour , sino en una diminuta frutería de la calle San Antón.
Mis amigas de la Unir fumando en el balcón. Mi primo Rodrigo y yo mirando vídeos de youtube, gigantes, en la pared del cuarto de estar. Películas y películas.
Vecinos que saludan. Simpáticos señores de ojos azules y pelo rubio. Un perro enorme que sonríe.
LLegar a casa y llamar por teléfono. Tumbarme en la cama, abrir una cocacola, sentarme en el sofá y hablar con los que están lejos. Máster en voces amigas: tonalidades, cadencias, recibos de Vodafón... el tiempo es oro.
Mi primo ladrándome al oído cámbiate a Yoigo. Compañeros del trabajo que se burlan de mí, con ademán pícaro y delicioso, porque no tengo ADSL.
Mi ordenador. La pantalla que me recibe cada noche, iluminándose. El reposo del guerrero, calmando mi cansancio a fuerza de megas.