Mi vida como drama por capítulos comenzó el día en que mis padres y yo decidimos vagamente pertenecer al equipo sevillista: el estadio del Sevilla Fútbol Club quedaba algo más cercano a nuestro hogar que el mítico Benito Villamarín, y eso sirvió para decantar nuestras simpatías, porque el fútbol como deporte nos daba bastante igual. En mi casa los domingos nunca fueron hipotecados delante del fuego televisivo.
Con el tiempo yo me hice futbolera pero sólo cuando jugaba España. Aprendí a amar a Casillas como todas y, aunque nunca lo haya dicho, a Pep Guardiola como ninguna. Qué hombre, qué maneras. Qué distinción, cuánta elegancia, vaya un modo de combinar un traje con barba de tres días. Creo que me estoy desviando de mi objetivo, pero es que lo que tengo que relatar es una tragedia inconclusa en la que ando metida en estos días tan entrañables, y el final inhappy se ve llegar y claro, a nadie gusta narrar una tragedia. Pero vamos alla.
Segundo capítulo del drama: corría el año dos mil tres cuando mis amigos me convencieron para hacerme del Betis. Hay que recordar que mis amigos son poetas y tienen tremendas dotes de persuasión. Me pintaron el beticismo como una filosofía de vida, y como mi padre es filósofo no pude resistirme. La pasión por el Betis se tatuó en mi alma y desde ese mágico momento me dispuse a sufrir. Y fue precisamente mi padre quien, en son de chanza pero más pertinaz que una sequía, comenzó a motejarme de traidora. ¡Traidora, yo!
Tercer capítulo: en la Nochebuena del año dos mil nueve mi madrina me regala un magno libro: la nueva Gramática de la Lengua Española, editada en dos gruesos tomos amarillos con tapas duras por la DRAE. En un momento de exaltación afirmo, prometo y creo que hasta juro leer de cabo a rabo lo que a todas luces fue concebido sólo como libro de consulta. Pónganse en situación: acababa de apurar la tradicional copa de Oporto que bebe toda mi familia en esa noche, y como yo no bebo alcohol, sólo ginebra azul y tequila con mis amigos..., se me subió el Oporto. Ocasión aprovechada por mi padre para firmar conmigo una apuesta, por la cual si en el plazo de un año yo no había llegado a mi fin tendría que abrenunciar y abjurar de mi beticismo.
Cuarto capítulo y fatal desenlace: se ha cumplido el año. Se va acercando la fecha, y huelga decir que ni siquiera he hecho ademán de abrir alguno de los dos pesados tomos amarillos. Mi padre me recuerda mi promesa y yo lloro de rodillas pidiendo remisión. Pero él me la niega, y disfruta muchísimo. Me hallo ante el abismo de mi propia libertad, en vías de elegir entre faltar a mi palabra o cambiar de equipo. Me temo que de ambas acciones se concluye un absoluto deshonor. En el fermoso panorama que diviso veo sólo una luz: he encontrado a dos insignes sevillistas que, en el caso de que lo peor suceda, aporten fundamentos metafísicos a mi regreso al equipo del Sánchez Pizjuán. Uno es el genial filósofo José María Prieto, y otro el ingeniero Rafa Valdés.
Estoy acongojada, y por eso pido el comodín del público, o sea de todos ustedes.
jajaja este tipo de dramas me encantan! Un besazo!
ResponderEliminarComo barcelonista de corazón (yo si soy de las que hipotecan sus sábados y domingos y de las que van a pasar frío al estadio) sólo puedo dejar patente mi simpatía bética. En partidos como el de ayer (Sevilla - Real Madrid) lo paso mal: quiero que pierdan ambos equipos y eso es ¡imposible!. Así que sólo diré: ese Betis, ese Betis, es, es!
ResponderEliminarDemasiada rivalidad. Ni palancanas ni verderones, del Madrid, que siempre ganan.
ResponderEliminarPor si sirve de argumento ad hominem, el equipamiento mas blanco, que mas se parece al Sevilla, sin ribetes rojos, es el del Madrid.
Además, si ganamos la décima, les invito a un merengue.
Deshonra a tu padre, quebranta tu juramento, pero nunca, nunca, renuncies al sentimiento verdiblanco.
ResponderEliminarY menos ahora, que estamos a punto de librarnos de la mala racha en la que llevamos metidos todo el tiempo en que has sido bética.
¡Manque pierda!
No desespereis... hay males mayores
ResponderEliminarjajajaja
Saludos!!!
Nicolás... ¿¿¿Qué siempre gana el Madrid??? ¿Has olvidado el Mou 5 goles? (sin acritud...)
ResponderEliminarReconozco que, para mí, el fútbol es cada vez más una historia de un grupo de tíos (o tías) vestidos de un modo un tanto ridículo, tan absurdamente empeñados unos en que una bolita vaya pacá como otros en que vaya pallá; mejor harían en dejarla en medio (ni pa ti ni pa mí), e irse a tomar unas cañas. Con estos supuestos: apúntate al que te parezca tomar menos por lo trágico una actividad que no tiene nada de serio (ni falta que le hace, añado).
ResponderEliminarMarinero, tú siempre tan empático...
ResponderEliminar¿De veras cree "Capitán" que cambiar el punto de vista es necesariamente muestra de "falta de empatía"? En fin, le deseo -empáticamente- felices fiestas, y que los Reyes le traigan un poco de sentido del humor; me parece que no le vendrá mal.
ResponderEliminarHola, voy a permitirme opinar en el asunto. Con la venia. Usted, Adaldrida, ya es bética, profesa el hábito verdiblanco después de un largo camino por otras tendencias, ahora no nos dejes aunque te vayas.
ResponderEliminarPor otra parte, encontrarás un apaño para el asunto familiar.
Angel.
Gracias por el consejo, Ángel.
ResponderEliminarAh, la empatía... cada uno puede pensar lo que mejor le cuadre.
Viviendo junto al Pizjuán,nunca debiste abandonar las sendas blanquirrojas. Pero los sevillistas sabremos perdonar tus deslices con el equipo equivocado y te acogeremos con cariño a tu regreso. Al fin y al cabo, todos llevamos dentro a un hijo pródigo...
ResponderEliminarFeliz navidad (sevillista, por supesto).