Ayer en la sobremesa me sentí libre, con espíritu aventurero y afán explorador. Este viento un poco hippy que me había invadido, tan rápida y silenciosamente, soplaba en una única dirección: la del mueble bar. Como beber no es mi costumbre, mis familiares me miraban escépticos, pero pronto encontré la botella, al fondo y entre el ruido centelleante de cristales.
Hace siete días, mi tía Ana y yo nos deslizábamos por la calle Amor de Dios, de la que nadie me separará. Me compré un monedero al estilo de las pitilleras lady: un poco alargado, con aire retro, de boquilla metálica y estampado liberty. Amor de Dios guarda tesoros entre discos de vinilo y faldas de algodón orgánico, y guarda también mi tienda favorita de Sevilla: Isbilia, repleta de máscaras y espejos y zapatos sixties y anillos de ámbar.
Ayer acariciaba aquella tarde como una pompa de jabón: el amago de lluvia nos brindaba un aire surrealista de fin de película. También vino a mí aquel sábado en Ronda, la mezcla de lima y hierbabuena. Ese olor verde y ácido que recuerda al alma dormida, aviva el seso y despierta.
Como tenía yo en casa ambos ingredientes, quise decorar con ellos un vaso. Y esa fue la chispa, el tobogán por el que bulle, maliciosa, la imaginación. Con qué llenar el vaso, ahora que chispea la lima y me hace guiños verdes. Sobre la fruta flotaba ya un timorato refresco de limón, pero la tarde pedía unas gotas de algo un poco más fuerte. Y me cosquilleaba en la oreja la voz de un pianista que una vez me dijo: "¡Tanqueray!"
No bebo nunca. Bueno, casi, casi y me apetece beber hasta a mi...
ResponderEliminarEl monedero estampado lberty, en la honda del hippy chic?
¿Y qué opina Colin Firth acerca de todo esto? ;)
ResponderEliminarHoy me has recordado a Josep Pla y su exquisita filosofía vital de los placeres de la mesa (y el vaso). ¡Alzo mi copa!
ResponderEliminarMe encanta cuando hablas así. Me encanta cuando escribes cosas así. Sí, me gusta mucho.
ResponderEliminarBien hecho, Luisa.
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