Siempre he pensado que la música es un cóctel vitamínico que te alegra la vida, y que escuchando determinadas canciones es imposible permanecer triste por más de tres minutos, es decir, el tiempo que dura la canción. No sé cómo alguien puede caer en un estado de depresión escuchando, por ejemplo, Brown eyed girl de Van Morrison. Y todos podemos enchufarnos algún tipo de buena música en el cerebro a diario.
En realidad, la música provoca una alegría estática, íntima, por eso al escuchar a los Beatles uno puede sentirse triste y feliz al mismo tiempo, como dicen que se sintió Borges al descubrir al grupo de Liverpool. La belleza puede doler con un dolor despiadado, punzante, pero puede también resucitar de pronto todo lo que estaba muerto dentro de cada uno de nosotros. Sucede a menudo cuando hay un buen músico callejero en medio de una avenida, especialmente si toca el violín. Congrega a una muchedumbre multiforme detenida al borde mismo de su horario laboral. Niños con chándal, mujeres con gorrito, panaderos, ciegos que venden la lotería. Todos apiñados en torno a la violinista polaca. Y en todos ese gesto de cerrar los ojos, de profunda delicadeza, de gratitud, antes de seguir su camino y regalar a su madre una frase como “tía, es la leche”.
Si la música clásica amansa a las fieras, la moderna es un grito de alegría que hace el efecto de un zumo de naranja en la mañana reciente. Es verdad que nos aísla en nuestro ipod último modelo, nano ipod color verde manzana, pero a cambio nos hace descansar y tomar fuerzas en el centro neurálgico del día, en medio del huracán. El descanso así se torna creativo, porque la música es algo evocador que te teletransporta a cualquier pasado en un segundo y, a la vez, es un acelerador del pensamiento que condensa recuerdos y sensaciones de tal manera que pone en jaque a la imaginación y a la memoria en un tiempo récord. De repente respiras, y estás en la puerta gris de tu oficina con el cerebro a punto, lleno de las mejores ideas para encarar el día que comienza.
Hola Rocío, he llegado aquí por casualidad, pensé que se podían mandar emails y escribí uno pero no sé cómo mandarterlo.
ResponderEliminarPrecisamente ahora escucho el Allegro del tercer concierto de Brandemburgo (adoro a Bach), así que más que leer, he vivenciado tu entrada mientras estos violines me acariciaban lentamente el alma.Me ha encantado.
Espero coincidir pronto, nuevamente, contigo.
Un beso.
José Ángel
Rocío, qué gran artículo: tía, es la leche... Enhorabuena.
ResponderEliminarNo pienso que la música clásica amanse a las fieras. ¿El Requiem de Mozart? ¿La Pasión según San Mateo, de Bach? ¿El Otoño, de Vivaldi? Pueden producir muchos estados de ánimo (aunque lo que importa no es el termómetro anímico, sino recibir "aquello nuevo" que surge ante nosotros), pero desde luego no lo identifico con amansar. Más bien por extender territorios, desvelar horizontes, hacia fuera, y hacia dentro. Otra cosa, vamos.
ResponderEliminarMmmm... tendría que pensarlo. Yo creo que incluso el requiem de Mozart amansa a las fieras.
ResponderEliminarBueno, hay fieras que pa qué... Pero sin duda, no hacen más levadera la existencia. Y yoe, si vivimos de eso, pues mejor que mejor.
ResponderEliminar"La belleza puede doler con un dolor despiadado, punzante, pero puede también resucitar de pronto todo lo que estaba muerto dentro de cada uno de nosotros." mmmmmm.
ResponderEliminarQue duela no sé bien pero resucitar sí resucita!!. Lo pienso a menudo, sí que creo que la belleza enriquece, relaja, perfecciona y se contagia, ¿Quien no "crece" ante un paisaje maravilloso, el sol de primavera, una bonita canción o buena música?.
Magnífico Rocío. No puedo decir nada más, porque lo he leído y releído y me quedo con todo.
ResponderEliminarPD: ¿Brown eyed girl no era de la Creedence Clearwater Revival?
¡Noooo! Es una de mis Canciones con mayúsculas, así que lo sé seguro...
ResponderEliminarPues no me bajo del burro: igual es una versión (que el Van Morrison este es un pelanas) y no has oído el original.
ResponderEliminarDime dónde te envío mi canción y verás como alucinas.
igual...
ResponderEliminarQue gran verdad que la música tiene un gran poder de quitarnos y adentrarnos en un abanico de emociones!!!!
ResponderEliminarSabes, estaba un poco triste y desanimado cuando empecé a leer tu artículo, entonces puse la canción de "Brown eyed girl" y te lo juro, se me pusieron los pelos de punta, se me moldeó una sonrisa en la cara y los ojos se me humedecieron. Una sensación realmente agradable.
Pero sabes, yo lo que buscaba es música de esta para que me haga sentir bién, pero no 1 canción, sinó todas las que pueda!!!
Te agradecería si sabes de alguna más, tan gloriosa como la que me has hecho descubrir :) o similar....
yo seguiré buscando, si quieres que te pase las que he encontrado, solo tienes que decirlo! ;)
Bueno, muchas gracias por este momento agradable y un saludo!
Xavi
Xavi, hay muchas canciones que consiguen ese subidon: "Life" de Des´ree, por ejemplo, "Nada valgo sin tu amor", de Juanes, "Te regalo", de Carlos Baute, "Ask me why" de los Beatles, "Then i kissed her", de los Beach Boys...
ResponderEliminarEfectivamente, la mágica música de los Beatles causa sentimientos encontrados y muy bellos a la vez, por ejemplo ¨And i love her ¨tiene una melodía nostálgica, melancólica, más los acordes de las guitarras y el requinto son de una belleza tan sublime que tocan las cuerdas más íntimas del alma,elevandolo a la vez que consolando cualquier amargura. Magnífico Blog éste, un saludo.
ResponderEliminarMaurilio Guzmán, Puebla, México.