Ayer fui al cine Alameda para ver Mataharis, la nueva peli de Icíar Bollaín. Reconozco que no tuve estómago para tragarme su anterior trabajo, "te doy mis ojos", y que "flores de otro mundo" me dejó un poco fría. Sí, a mí me va el happy end, no puedo remediarlo. Que por lo menos nos engañe el cine. Lo mío es Shirley Maclaine, John Wayne y James Stewart. Los musicales de Fred Astaire. Y esas deliciosas comedias que recrean novelas de Jane Austen.
Pero algo está cambiando: ya me gustó bastante La vida secreta de las palabras, de Coixet, que es bien durita... Mataharis me ha entusiasmado. No había nadie en la sala, y mi madre dijo claro, es que la gente quiere evadirse, no verse retratada. No nos gusta que nos retraten, que pongan altavoz a nuestras caras tristes o a nuestros problemas. Pero ayer, viendo Mataharis, le di la razón a Alberto Fijo: el dolor es el que hace contraste, por él sabemos dónde están el placer y la alegría. También podemos pensar, como Amalia Bautista, que el dolor no cura nada. Pero eso sería en la realidad, en el cine al menos sirve de catársis.
Sorprende la naturalidad de las tres actrices, la ausencia de maniqueísmo, la cercanía. Bollaín respira frescura y buen hacer. Puede ocurrir (como a mí me sucede) que Diego Martín nos caiga en gracia, pero ésta no es una peli para lucir cuerpazo, para morirse por Colin Firth ni para arrellanarse cómodamente en el sillón esperando besos y surf en California. Y qué. Creo que la sesión de las seis de este sencillo lunes me ha hecho madurar, cinematográficamente hablando. Nunca es tarde...
martes, octubre 30, 2007
sábado, octubre 27, 2007
La crónica
Todo empezó el viernes diecinueve de octubre. Otoño y Sevilla. Julio Martínez Mesanza y Miguel d´Ors llegaban a Santa Justa a la misma hora, catorce treinta. En la estación, Julio me dijo: "cuéntame cosas", y es el saludo más original que he recibido en mi vida. Ya en el coche Miguel desbarraba lúcidamente con sus sátiras, en plan tiro con arco. La comida tardía en mi casa fue una piñata rellena de fuegos artificiales, y para mí tuvo el aliciente de saber, paladear que tan sólo era el principio.
Leyó primero Miguel, poemas nuevos y poemas célebres. Le he oído en varias ocasiones y creo que no soy injusta si digo que no fue su mejor recital. Yo disfruté, cómo no hacerlo con tan grandísimo poeta, pero hubiera preferido escuchar otras piezas, tal vez...
Mesanza arrasó. Deben ser hechizos de la poesía épica. Pensé que crecía en cada poema hasta convertirse en un gigante que iba a destrozar mi corazón a fuerza de belleza. Supongo que con lo que acabo de decir no aclaro nada, porque lo he expuesto de manera muy subjetiva. Pero el Paraninfo estaba lleno, Toi disparaba flashes a traición y el indecible silencio avalaba mi pobre descripción de los hechos. Al bajar del estrado, Joaquín me dijo "tengo que devolverte el libro de Calderón... y los calcetines de tu padre".
Al día siguiente estaba hecha trizas. "I go to pieces..." Y me costó recuperarme. El viernes veintiséis recogí, a las seis y media de la tarde, a Amalia Bautista, luego vi en el hotel a Enrique. Leyó primero Amalia, poemas tristísimos y hermosos como enigmas. Con Amalia me ocurre algo singular: leyéndola me siento acongojada, y hablando con ella ¡me divierto tanto...! Me emocionó "El puente", y yo estaba a su derecha, sentada en el sillón rojo como de Reyes Magos, "musa de los cafetines", dijo Beades, y no podía llorar.
Por último Enrique volvió a cautivarme con poemas de droga dura. Porque en Casa propia hay droga dura. Le descabalé pidiéndole que recitase "las moradas", destruyendo un orden difícilmente construído, ya me perdonará. El poeta tiene que hacer que los oyentes perdamos pie, y si él lo pierde también en el viaje, mucho mejor.
Llevaba una corbata con vacas diminutas estampadas, en mi honor. Y en el de Carlos, y en el de Nodisparenalpianista, le recordé.
Ahora ha terminado todo, pero todo comienza. Pronto llegará noviembre.
P.S.: La fotografía es de Toi.
viernes, octubre 26, 2007
El milagro
Una vez subí al castelo de Säo Jorge. Recuerdo mi cansancio, y que pensé que Lisboa era una ciudad de piedra. Y que me gustaban los castillos, pero eso ya lo sabía antes de ir. También pensé que la lluvia fina era la mejor banda sonora del mundo. Al bajar, la lluvia había fermentado la tierra que olía a primer día de la creación, pero sentí vértigo. Y no había ninguna mano amiga a la que acogerme. En el bolsillo tenía un rosario que había comprado en Fátima: apreté el puño muy fuerte mientras decía: "Madre, voy de tu mano". Y me di cuenta de que nunca, nunca hasta entonces había rezado a la Virgen. Y supe que no me caería, porque el primer deseo siempre se cumple.
lunes, octubre 22, 2007
Solución: alquimia
A veces pienso que el mundo de la cosmética no es práctico. Los cosmetólogos deben creer que toda piel sensible es además seca, o que para combatir granitos necesitan usar una fórmula agresiva... Todo está muy bien ordenado en los expositores de Lancome, Clinique, los tarritos de cristal brillando, tentadores; todo impoluto, sí. Pero cuántas mujeres no encuentran lo que buscaban. Quizás es que queremos en un solo frasco todo, y las marcas no hacen otra cosa que sacar al mercado sérums, prebases y precorrectores.
La buena noticia es que la poca flexibilidad de la cosmética excita nuestra imaginación. ¿Has encontrado la hidratante ideal pero no tiene spf? Pues, en vez de embadurnarte la cara dos veces por mañana puedes mezclar en el dorso de la mano una gotita de ésto con un poco de lo otro, trabajarlo, crear una buena textura y voilâ! ha nacido una estrella. Si tienes rojeces y granitos a la par, te sugiero que combines una nuez de gel de aloe vera de Fridda Dorch con un botón de Pura A de Garnier.
Así, lo primero que una madre debería decirle a su hija nada más cumplir los dieciséis es: "hija mía, la crema perfecta no existe. Mezcla, inventa, explota tu imaginación". Y uno de los deberes de cualquier chica debería ser convertir su cuarto de baño en un laboratorio, un lugar para la alquimia.
La buena noticia es que la poca flexibilidad de la cosmética excita nuestra imaginación. ¿Has encontrado la hidratante ideal pero no tiene spf? Pues, en vez de embadurnarte la cara dos veces por mañana puedes mezclar en el dorso de la mano una gotita de ésto con un poco de lo otro, trabajarlo, crear una buena textura y voilâ! ha nacido una estrella. Si tienes rojeces y granitos a la par, te sugiero que combines una nuez de gel de aloe vera de Fridda Dorch con un botón de Pura A de Garnier.
Así, lo primero que una madre debería decirle a su hija nada más cumplir los dieciséis es: "hija mía, la crema perfecta no existe. Mezcla, inventa, explota tu imaginación". Y uno de los deberes de cualquier chica debería ser convertir su cuarto de baño en un laboratorio, un lugar para la alquimia.
martes, octubre 16, 2007
El ataque de los CBRs
En mi época, el mundo se dividía en dos: pijos y canis.
Eras lo uno o eras lo otro, y si no eras nada de eso te tenían por raro, mucho más que ahora, si dices que vas a misa. En aquellos años todas íbamos a misa, a remolque de nuestros padres, aunque unas se quejaban más que otras. Se veía bastante claro quién "lo dejaría" antes de llegar a Cou, y luego estaban todos esos debates de si besar era pecado y hasta qué punto y hasta dónde podían llegar las manos para poder comulgar tranquilas el domingo. Eso las que querían comulgar.
Las pijas compraban en Globe y en Benneton y criticaban duramente los almacenes C&a. Y gritaban de horror si veían un chico en chándal y calcetines blancos: lo de los calcetines era definitivo. Algunas llamaban a sus portadores CBR, "calcetín blanco reluciente", y huían o se mofaban de ellos. O las dos cosas a la vez: un CBR, por el solo hecho de serlo, quedaba descalificado como candidato a novio.
Creo que lo que separa mi adolescencia de mi primera juventud es el hecho de que, si en aquélla escuché mil diatribas contra los canis, en ésta tuve que soportar dos mil diatribas contra los pijos. Comenzó con la facultad: cambió el mundo que me rodeaba y cambiaron las claves para transitarlo. Me vi invadida por los cebeerres y vi que no era tan trágico. Eso durante la primera semana, porque ya en la segunda descubrí que sus prejuicios eran aún más feroces que los de las compradoras de polos Ralph Laurent.
Yo nunca conseguí llegar a la categoría de pija, quizás porque la ropa me importaba bien poco. Desde luego no era cani, por mucho que en verano coqueteara con los vestidos hippies y los collares largos. Que luego se convirtieron en icono pijo. Yo no era nada, como me dijo alguna. Y me sentía bastante a gusto flotando en mi ingravidez, mezclando ropa de Naf Naf con pañuelos de mercadillo.
Eras lo uno o eras lo otro, y si no eras nada de eso te tenían por raro, mucho más que ahora, si dices que vas a misa. En aquellos años todas íbamos a misa, a remolque de nuestros padres, aunque unas se quejaban más que otras. Se veía bastante claro quién "lo dejaría" antes de llegar a Cou, y luego estaban todos esos debates de si besar era pecado y hasta qué punto y hasta dónde podían llegar las manos para poder comulgar tranquilas el domingo. Eso las que querían comulgar.
Las pijas compraban en Globe y en Benneton y criticaban duramente los almacenes C&a. Y gritaban de horror si veían un chico en chándal y calcetines blancos: lo de los calcetines era definitivo. Algunas llamaban a sus portadores CBR, "calcetín blanco reluciente", y huían o se mofaban de ellos. O las dos cosas a la vez: un CBR, por el solo hecho de serlo, quedaba descalificado como candidato a novio.
Creo que lo que separa mi adolescencia de mi primera juventud es el hecho de que, si en aquélla escuché mil diatribas contra los canis, en ésta tuve que soportar dos mil diatribas contra los pijos. Comenzó con la facultad: cambió el mundo que me rodeaba y cambiaron las claves para transitarlo. Me vi invadida por los cebeerres y vi que no era tan trágico. Eso durante la primera semana, porque ya en la segunda descubrí que sus prejuicios eran aún más feroces que los de las compradoras de polos Ralph Laurent.
Yo nunca conseguí llegar a la categoría de pija, quizás porque la ropa me importaba bien poco. Desde luego no era cani, por mucho que en verano coqueteara con los vestidos hippies y los collares largos. Que luego se convirtieron en icono pijo. Yo no era nada, como me dijo alguna. Y me sentía bastante a gusto flotando en mi ingravidez, mezclando ropa de Naf Naf con pañuelos de mercadillo.
L´Oreal
Hace algún tiempo Benita me preguntó en un comentario por la marca L´Oreal. Entonces me callé, porque mi historia con esta firma es una larga película de encuentros y desencuentros. Ahora que estoy realmente fascinada por lo último que ha sacado al mercado, vuelvo sobre el tema.
Yo suelo juzgar una marca de cosmética por sus bases de maquillaje, no puedo evitarlo: me es muy difícil pasar por alto un pote indeseable, por mucho que la modelo de turno sonría en la tele y diga "porque yo lo valgo"... ¿Porque tú lo vales te salen granos en las mejillas cuando usas el producto milagro? ¡Pues vaya gaita! Un producto no es bueno porque haga salir estrellas de tu piel, si los resultados no se mantienen a medio o largo plazo. Y, sinceramente, ninguno de los fonds de teint de esta casa me convencen mucho. Para eso Biotherm: me lo dijo Sonsoles y no lo creí, pero ahora lo creo.
Pero no sólo de base vivimos las mujeres, y LÓreal tiene muy buenas barras de labios, coloretes increíbles (probad el blush delicieux en tono apricot rose...) y sombras que funcionan bastante bien. Y ha salido toda una gama de desmaquillantes que, cuando la pruebas, te das cuenta de que lo que usabas antes era pura agua; agua irritante, que es lo peor.
¿Cuál es el balance final? A mí me escama tanto marketing, cuando las pestañas que llevaba Penélope en el anuncio de la super máscara eran postizas, ¡qué bochorno! Para el precio de la marca (que ya no es tan económico) yo tiro sin contemplaciones para el stan de Bourjois, que tiene envases originales de aire vintage. Para darme un capricho caro, Guerlain. Y para comprar una base de maquillaje, daré tres opciones: Colorstay de Revlon (¡esta marca es calidad!), Cool matte de Rimmel (barato y efectivo), y mi preferida, Sense matte Biotherm, que se acerca peligrosamente a la perfección...
Yo suelo juzgar una marca de cosmética por sus bases de maquillaje, no puedo evitarlo: me es muy difícil pasar por alto un pote indeseable, por mucho que la modelo de turno sonría en la tele y diga "porque yo lo valgo"... ¿Porque tú lo vales te salen granos en las mejillas cuando usas el producto milagro? ¡Pues vaya gaita! Un producto no es bueno porque haga salir estrellas de tu piel, si los resultados no se mantienen a medio o largo plazo. Y, sinceramente, ninguno de los fonds de teint de esta casa me convencen mucho. Para eso Biotherm: me lo dijo Sonsoles y no lo creí, pero ahora lo creo.
Pero no sólo de base vivimos las mujeres, y LÓreal tiene muy buenas barras de labios, coloretes increíbles (probad el blush delicieux en tono apricot rose...) y sombras que funcionan bastante bien. Y ha salido toda una gama de desmaquillantes que, cuando la pruebas, te das cuenta de que lo que usabas antes era pura agua; agua irritante, que es lo peor.
¿Cuál es el balance final? A mí me escama tanto marketing, cuando las pestañas que llevaba Penélope en el anuncio de la super máscara eran postizas, ¡qué bochorno! Para el precio de la marca (que ya no es tan económico) yo tiro sin contemplaciones para el stan de Bourjois, que tiene envases originales de aire vintage. Para darme un capricho caro, Guerlain. Y para comprar una base de maquillaje, daré tres opciones: Colorstay de Revlon (¡esta marca es calidad!), Cool matte de Rimmel (barato y efectivo), y mi preferida, Sense matte Biotherm, que se acerca peligrosamente a la perfección...
miércoles, octubre 10, 2007
TODO DEBERÍA SER AZUL
Todo debería ser azul. Ni el agua ni el cielo son azules, nos lo imaginamos azules. El color azul es entonces una entelequia, una quimera, una sombra que todos perseguimos... El agua es transparente, el cielo es negro. Y, sin embargo, todo es verdad: en algunas ilustraciones de cuento, la luna es azul.
Hay muchas clases de azul. Está el brillante casi malva de las farolas en verano, a las diez y media de la noche. La noche soleada de julio. La luz de la tarde noche, que siempre es misterio. Está el azul raro y lechoso del dénim lavado, el oscuro de uniforme y todos los matices de turquesas y verdes mar. El verde mar es azul. Hay el azul agua, el azul lavanda, el añil, el cobalto. El lapislázuli. El príncipe azul. El "baby, why are you blue?" Y el true blue de Madonna, que es un grito de alegría. Y Rubén Darío. Y José Pérez Olivares. Y uno de los libros que más me gustan de Miguel dÓrs es azul. Y, por supuesto, el carmín que mejor sienta a las pieles claras es el que tiene una base de azul.
viernes, octubre 05, 2007
Lo que no me gusta nada
Benita me pasa un meme, y me pide que proteste. Así, protestar, en cuatro o cinco puntos que no me gustan nada. Esto es todo un privilegio, aunque normalmente no me guste nada protestar. Vamos a ver:
1. No me gusta que ninguna marca de cosmética, barata o cara, haya dado con la clave de la base de maquillaje ideal, aquella que sea oil free, libre de alcohol y perfume, ligera pero cubriente, que no me haga brillar como una bombilla y que tenga un color bonito, ni muy claro ni muy oscuro.
2. No me gusta que el colorete de Sisley sea tan caro, y las barras Kisskiss superen los veinte euros... ¡Y tampoco que Bourjois haya retirado sus lápices de labios "pour la vie"! (Concretamente el tono "peche juteuse".)
3. Sigue sin gustarme el aborto ni el clantaje terrorista, pero cada vez me gusta más el color rojo.
4. No me gustan los que van en contra de algo como un todo: en contra, por ejemplo, de los pijos, de los rojos, del Opus Dei. No me gusta el pensamiento anti, ni las críticas masivas o los deprimidos forever.
Paso el meme a Carlos RM, a Nodisparenalpianista y a Batiscafo. (Y a Toi, y a EGM, y al gran Beades...)
1. No me gusta que ninguna marca de cosmética, barata o cara, haya dado con la clave de la base de maquillaje ideal, aquella que sea oil free, libre de alcohol y perfume, ligera pero cubriente, que no me haga brillar como una bombilla y que tenga un color bonito, ni muy claro ni muy oscuro.
2. No me gusta que el colorete de Sisley sea tan caro, y las barras Kisskiss superen los veinte euros... ¡Y tampoco que Bourjois haya retirado sus lápices de labios "pour la vie"! (Concretamente el tono "peche juteuse".)
3. Sigue sin gustarme el aborto ni el clantaje terrorista, pero cada vez me gusta más el color rojo.
4. No me gustan los que van en contra de algo como un todo: en contra, por ejemplo, de los pijos, de los rojos, del Opus Dei. No me gusta el pensamiento anti, ni las críticas masivas o los deprimidos forever.
Paso el meme a Carlos RM, a Nodisparenalpianista y a Batiscafo. (Y a Toi, y a EGM, y al gran Beades...)