Foto del blog Desde mi magnolio |
Los magnolios tiene raíces poderosas como las manos de un hombre. Las raíces se unen y separan haciendo meandros como un río, dejando charcos de hierba verde entre ellas.
Cuando yo era niña, me sentaba debajo del magnolio a jugar a las casitas. Llevaba clics y pinipones y muebles diminutos, porque las raíces eran los tabiques de la casa y cada hueco era una habitación. Y hacía trajes de papel de plata para mis muñecos, trajes que olían a mandarina o a bollito, ya que el papel galáctico reciclado era, por supuesto, el envoltorio de la merienda.
Tenía siete, ocho, nueve años... Pero en esa mezcla mía de certeza e intuición, en ese soñar que la falda de un árbol era mi casa, me aguardaba radiante mi futuro, los años que vendrían, los veranos en Maestu y los poemas que luego escribiría.
Nunca se me habría ocurrido pero es una imagen bonita. ..
ResponderEliminarHola Adaldrida, siempre piropeo como escribes y trasmites, hoy de nuevo te lo digo, besos
ResponderEliminarPoderosas como las manos de un hombre... ¡pedazo de verso! por un triz endecasílabo. Un gran abrazo poeta!
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