Dedico este post a Jesús, Josu, Marisa, María, Myriam, Mariano, Jesús, Arantxa, Manuel, Vicky, Marian, Fermín y Mónica.
"Hoy es once del doce del trece", me advierte Jesús. "Sabía que te iba a interesar". "Tienes que escribir algo", añade Mariano. En la sala nadie da puntada sin hilo pero se oye alguna carcajada furtiva de vez en cuando. Me quedan por corregir quince actividades, y ando a medias con las notas a pie de página de un artículo. Justo en este momento, Mónica vuelve de dar su clase.
LLego a casa y me pongo a pensar en escribir algo en este día, once del doce del trece. Algo especial. Pero todos los días son especiales. Repaso mis actos en este miércoles cualquiera buscando una grieta misteriosa que lo haga único.
Me ha despertado la encuesta absurda de Cadena 100, arrancándome la primera risa del día. He salido a las calles azules, muerta de frío pero respirando belleza. Me han saludado los dueños de panaderías y perfumerías. He entrado en calor en la oficina. He contestado mails. He preparado reuniones. He construido un par de power points. Casi me choco con el abeto verde. He recuperado un pintalabios que perdí en plena sesión online. Me ha llamado por teléfono Enrique García- Máiquez. Me ha llamado por teléfono mi padre. Me han sonreído casi todos mis compañeros y yo les he sonreído también. He comido ensalada y salchichas con mostaza y he regresado casi media hora antes a la oficina porque estaba enfrascada en mi artículo.
Tras salir del trabajo, me he comprado una máscara de pestañas de Nyx. He vuelto a mirar mis catorce poemas con ojo crítico, pero también con ilusión. He disfrutado la penumbra litúrgica. He llegado a casa y he tendido una lavadora, recordando el poema "El gobierno de diez ciudades", de Beades. He puesto el árbol y el Belén en el cuarto de estar. He estrenado el disco de villancicos de los Fantastic Boney M, tras años de ausencia. Los encontré de nuevo en El Corte Inglés por once euros. Me chifla la música de navidad norteamericana.
Probablemente me enfrascaré en un capítulo de Downtown Abbey. Y terminaré el día leyendo el nuevo libro del poeta Jesús Cotta. A las doce y media me dormiré. La magia del once del doce del trece va a durar mucho , mucho tiempo, pues cerraré los ojos rezando esa oración de conformidad con la Divina Providencia que me enseñó mi abuela Cecilia:
"Dios mío, como hoy, siempre. Mejor, cuando quieras. Peor... ¡ni se te ocurra!" Y la recitaba así, tan seria.
Me encantan estos posts cotidianos. Viva el once del doce del trece... y del catorce.
ResponderEliminarMuy de acuerdo con Manu en el dulce encanto de estos posts cotidianos.
ResponderEliminarEl último párrafo me ha llegado al alma. Precioso.
Hipótesis de Riemann
Es una delicia poderte tener siempre así, a mano, porque entrar aquí es como estar un rato contigo, aunque estés lejos. Hoy he entrado porque he leído algo que me ha recordado a ti, ahora te lo mando, un beso
ResponderEliminarEs la ultima cifra secuencial que viviremos. Se merecia un post y ha sido precioso. ANONIMO CON MAYUSCULAS
ResponderEliminarGran libro el de Cotta, ya verás (o ya habrás visto).
ResponderEliminar¡Felicidades por tu cumpleaños, Rocío! Un abrazo
ResponderEliminarMuchas felicidades, Rocío.
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