LLegaron a mi casa tres libros como tres caramelos: alegres y coloridos por dentro y por fuera. El de Corina Dávalos tuve el placer de ver cómo nacía, de impulsarlo y hasta de corregirlo, y ahora que lo veo ya vestido de cuadros verdes, un verde esmeralda que enamora, hallo un nuevo poemario... más sereno, más brillante, más irónico y a la vez intimista que cuando lo conocí.
El sincretismo gobiena mi escritorio en estos días, ya lo veis: a los poemarios de Siltolá se suman Perder y ganar del beato Newman (sí, de nuevo estoy leyéndolo, ¡no me canso!), el beauty book de la revista Elle (maravilloso), el suplemento de belleza del Vogue que no me ha gustado nada y terminó en "el cubo de los papeles", El cuarto de hora de Oración, de San Enrique, y Sociedad limitada de Miguel D´Ors.
Todo se superpone ante mis ojos, en una sinfonía frívola y profunda.
Como nos tienes acostumbrados la última frase de este post es totalmente poética. Este tipo de sincronías duermen juntas, también, en mi mesita de noche.Besos!
ResponderEliminarAdaldrida, creo que "El cuarto de hora de oración" es del P. Enrique de Ossó, ya san Enrique, fundador de las teresianas (las religiosas, no las del P. Poveda); no era carmelita. Soy antigua alumna de las teresianas en Madrid. Es una costumbre de los colegios de Santa Teresa empezar el día con el cuarto de hora. Hermosísima y útil costumbre, que recuerdo con gran cariño.
ResponderEliminarToma. ¡es verdad! Gracias...
ResponderEliminarAcabo de gozar( que no sufrir) un episodio de dislexia bloguera. Leía esa entrada tuya y, no sé por qué, la leía como si fuera de EGM. Lo primero que me chocó fue la ilusión de colegiala; pensé, los colegiales también sentíamos/sentimos ilusión. Y seguí adelante. Todo encajaba: los libros de Siltolá, el libro de Anacó y su acompañamiento embrionario, el de Newman... Y en esto, oh cielos, el "maravilloso" beauty book de Elle, primer mosqueo, y luego el despreciado suplemento de Vogue; remosqueo. Lo que es estar cansado y no leer sólo con los ojos: seguí, y todo volvía a la normalidad: D'Ors. Pero qué cosa más rara, pensé de nuevo. Será que Leonor compra las revistas y lo quiere meter en vereda, como la suegra con las cremas y tal. Sólo al pasar a leer la siguiente entrada me di cuenta de que estaba Chez Arana...
ResponderEliminarMuchas gracias, CRM, por la desternillante confusión.
ResponderEliminar¡Qué risas me has causado con tu confusión, Carlos! Y... cuánto honor para mí.
ResponderEliminarInefable tu comentario, carlos...
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