En estas tardes de diciembre el infierno dantesco no podía ser más dulce. Una sala con alta calefacción, espejos y escaleras, abrigos, polares, trencas y bufandas rampando por las señoriales sillas de dorados algo raídos, y niños niños niños berreando, perrea perrea, entre vahos de chocolate. Y mi abuela, mis tíos y yo que hemos heroicamente conseguido una mesa esquinada, la última, y resistimos ahora y siempre al invasor apretándonos contra la aristocrática pared, el aceitillo de los churros y los brazos y piernas infantiles que giran como una noria.
Eso fue en la tarde de Nochebuena. Aún no sabemos si premio o castigo, en todo caso tradición cumplida y vencida. Me regalaron una gargantilla dorada y un gel de baño de L´Occitane que huele a mimosa. Y un camafeo. A mí es que me fascinan las cosas que se abren y se cierran, dice la autora del regalo.
Unos días después el frío no importa, somos jóvenes y nos disponemos a "chiquitear" en la senda de los elefantes, calle Laurel. Todos mis tíos y yo, que soy la más joven y la que más frío tengo. "Hay que tirarse el vino encima", dice mi tío Javier. Yo pido una cocacola sin hielos.
Y brocheta de piña y langostinos en el Juan y pinchamé.
lunes, diciembre 29, 2008
miércoles, diciembre 24, 2008
FELIZ NAVIDAD
"Se levantarán cantando
los moradores del polvo,
porque rocío de luz
es tu Rocío".
(Is, 26, 19, en una versión un poco libre.)
los moradores del polvo,
porque rocío de luz
es tu Rocío".
(Is, 26, 19, en una versión un poco libre.)
viernes, diciembre 19, 2008
en torno a los memes
A mucha gente no le gustan los memes. Dicen que son una memez, aunque supongo que lo que más puede fastidiarles es que de algún modo alguien dirija el proceso de creación de una entrada, ese juego de tiempo y silencio que fluye como un río, en palabras de Enrique García Máiquez.
"Yo pensaba callarme, o hablar de las actrices polacas de los años setenta, y ahora viene Fulanito pidiendo que cuente dónde guardo las llaves o cuáles son mis poetas preferidos". Así, sin anestesia. El ego se resiente un poco, el orgullo se levanta airado y nos preguntamos qué nos obliga a seguir la maldita cadena.
Pero, de alguna manera, la cadena de memes también dibuja un río, con aguas que saltan de blog a blog y ponen de relieve el nudo de relaciones en que se ha convertido la bloggosfera. Ayer dije, en la mesa redonda sobre blogs y literatura, que una bitácora sirve al mismo tiempo de cuarto de estar con chimenea (y portero automático, candado y llaves, por lo que pueda ocurrir), y de trampolín para el ejercicio estilístico, reto casi diario y aprendizaje. Hay que aprender a contar, sintetizar, relacionar. Y, a veces, a dejarse llevar y cerrar los ojos.
Todo esto me viene a la memoria porque tengo pendiente un meme: Koizumi me pide que cuente cinco o seis cosas sobre mí misma. Al principio me reí un poco, porque ya casi todos conocéis cinco o seis de mis historias, tabúes, manías. Uno de los peligros que encierran los blogs es el exhibicionismo puro, abismo que bordeo en cada entrada.
De acuerdo, cinco cosas. Qué difícil.
1. No me gusta la tele, pero soy adicta a la serie "El ala oeste de la casa blanca", que compramos por temporadas y vemos en familia.
2. Mis platos favoritos son el salmorejo, la crema de espinacas con bechamel, el arroz a la cubana y el mousse de chocolate.
3. Durante un tiempo me dediqué a hacer pendientes para mis amigas, tías y primas. Elegía los materiales, bolas de resina, cabujones, ganchos hippies, y tenía montado todo un taller artesano en mi habitación.
4. Con cuatro años me aprendí entera una canción de Mocedades llamada "Cuando te Miro": Eres el aire fresco de la mañana, de la mañana/ eres el sol caliente que a veces entra por la ventana/ eres arena blanca cuando te beso, cuando te beso/ eres sencillamente... lo que quiero . Me entusiasmaba el grupo vocálico vasco.
5. En Maestu había un baúl antiguo con disfraces apolillados, y de niños rodamos una película casera, mis primos y yo. El guión era de uno de mis tíos, novelista, y los protagonistas eran "La princesa Escarlata" y "El zorro Corro". A mí me dieron el papel de "La sabia Aris", y creo que llevaba un sombrero forrado de papel charol azul cielo, terminado en punta y con estrellitas de plata.
Os nomino a todos. Así nadie se siente molesto por ser/ no ser nominado.
"Yo pensaba callarme, o hablar de las actrices polacas de los años setenta, y ahora viene Fulanito pidiendo que cuente dónde guardo las llaves o cuáles son mis poetas preferidos". Así, sin anestesia. El ego se resiente un poco, el orgullo se levanta airado y nos preguntamos qué nos obliga a seguir la maldita cadena.
Pero, de alguna manera, la cadena de memes también dibuja un río, con aguas que saltan de blog a blog y ponen de relieve el nudo de relaciones en que se ha convertido la bloggosfera. Ayer dije, en la mesa redonda sobre blogs y literatura, que una bitácora sirve al mismo tiempo de cuarto de estar con chimenea (y portero automático, candado y llaves, por lo que pueda ocurrir), y de trampolín para el ejercicio estilístico, reto casi diario y aprendizaje. Hay que aprender a contar, sintetizar, relacionar. Y, a veces, a dejarse llevar y cerrar los ojos.
Todo esto me viene a la memoria porque tengo pendiente un meme: Koizumi me pide que cuente cinco o seis cosas sobre mí misma. Al principio me reí un poco, porque ya casi todos conocéis cinco o seis de mis historias, tabúes, manías. Uno de los peligros que encierran los blogs es el exhibicionismo puro, abismo que bordeo en cada entrada.
De acuerdo, cinco cosas. Qué difícil.
1. No me gusta la tele, pero soy adicta a la serie "El ala oeste de la casa blanca", que compramos por temporadas y vemos en familia.
2. Mis platos favoritos son el salmorejo, la crema de espinacas con bechamel, el arroz a la cubana y el mousse de chocolate.
3. Durante un tiempo me dediqué a hacer pendientes para mis amigas, tías y primas. Elegía los materiales, bolas de resina, cabujones, ganchos hippies, y tenía montado todo un taller artesano en mi habitación.
4. Con cuatro años me aprendí entera una canción de Mocedades llamada "Cuando te Miro": Eres el aire fresco de la mañana, de la mañana/ eres el sol caliente que a veces entra por la ventana/ eres arena blanca cuando te beso, cuando te beso/ eres sencillamente... lo que quiero . Me entusiasmaba el grupo vocálico vasco.
5. En Maestu había un baúl antiguo con disfraces apolillados, y de niños rodamos una película casera, mis primos y yo. El guión era de uno de mis tíos, novelista, y los protagonistas eran "La princesa Escarlata" y "El zorro Corro". A mí me dieron el papel de "La sabia Aris", y creo que llevaba un sombrero forrado de papel charol azul cielo, terminado en punta y con estrellitas de plata.
Os nomino a todos. Así nadie se siente molesto por ser/ no ser nominado.
martes, diciembre 16, 2008
Nars, gorriones y Paco Bello
Para celebrar mi cumpleaños he disfrutado de un largo y placentero fin de semana en Madrid.
Comenzó el viernes con una excursión propia de alpinista a la redacción de Telva, en la avenida de San Luis. Mirando los árboles al fondo, desiertos y azules, el frío creciente y el vértigo amarillo en las cunetas, se me amontonaban en la imaginación los versos mesancianos. Qué frío hacía.
Por la tarde fui a Fuencarral a comprarme dos sombras de Korres, una color ciruela preciosa para las navidades, de tacto aterciopelado y tono vibrante y cálido, y otra sombra color plata tornasolada, virando a verde menta. El clon perfecto del dúo Habanera, de Nars, por diez euros menos. Nos anocheció en una cafetería de Avenida de América, a la poeta Amalia Bautista y a mí, en torno a una festiva cerveza y a una fanta de naranja juguetona que no querían apagarse nunca.
El sábado por la mañana Koizumi me llevó a Pozuelo, que se ha convertido en la meca de las adictas al maquillaje gracias al corner de Nars que el Corte Inglés ha tenido a bien instalar allí. Un poco lejano, pero así pude conocer la estación de metro acristalada, el coche azul cielo y la lluvia en un sábado de centro comercial. Salí de allí con mi nuevo fond de teint, Oil free Foundation de Nars en tono Fiji (una maravilla invisible), y con el colorete Luster (otra maravilla de color melocotón dorado.)
A las dos llegaba Merl a Atocha. Ha sido un fin de semana cultural, lleno de tardes de museo: y fuera, la lluvia. En la Fundación Mapfre vimos dibujos y esculturas de Degas, y cuadros de Sorolla, Casas, Rusiñol. En el Reina Sofía, arte vanguardista; y en el Prado, Rembrant.
Entre Belleza y Belleza compramos un bocadillo de calamares y nos sentamos en un banco para comerlo. Al momento habíamos congregado a una muchedumbre de gorriones. Desmigué panes para ellos, y cuando tenía en la mano un trocito aún sin desmigar, un gorrión intrépido y hambriento aleteó hasta mis dedos. Se iban dando la vez unos a otros, todos saltando en un vuelto corto hacia mi mano. Fue un gran momento.
Noche de domingo en un garito mítico de Chueca, el Libertad 8, escuchando un concierto de Paco Bello. Fue tan bonito que el silencio después de cada canción se me hacía insoportable. Y el lunes, el Ateneo con sus rojos dorados y el triunfo de mi amiga Merl, áccesit del prestigioso premio Adonáis. Antes de despedirnos en Atocha me regaló la barra de labios Dubbonet de Mac: un tono rojo oscuro, casi vamp y muy elegante.
Hoy tengo 31 años y ha llegado a casa, por fin, el número de Nuestro Tiempo donde escribo sobre PAU y un par de ejemplares de mi tesina, ya publicada.
Comenzó el viernes con una excursión propia de alpinista a la redacción de Telva, en la avenida de San Luis. Mirando los árboles al fondo, desiertos y azules, el frío creciente y el vértigo amarillo en las cunetas, se me amontonaban en la imaginación los versos mesancianos. Qué frío hacía.
Por la tarde fui a Fuencarral a comprarme dos sombras de Korres, una color ciruela preciosa para las navidades, de tacto aterciopelado y tono vibrante y cálido, y otra sombra color plata tornasolada, virando a verde menta. El clon perfecto del dúo Habanera, de Nars, por diez euros menos. Nos anocheció en una cafetería de Avenida de América, a la poeta Amalia Bautista y a mí, en torno a una festiva cerveza y a una fanta de naranja juguetona que no querían apagarse nunca.
El sábado por la mañana Koizumi me llevó a Pozuelo, que se ha convertido en la meca de las adictas al maquillaje gracias al corner de Nars que el Corte Inglés ha tenido a bien instalar allí. Un poco lejano, pero así pude conocer la estación de metro acristalada, el coche azul cielo y la lluvia en un sábado de centro comercial. Salí de allí con mi nuevo fond de teint, Oil free Foundation de Nars en tono Fiji (una maravilla invisible), y con el colorete Luster (otra maravilla de color melocotón dorado.)
A las dos llegaba Merl a Atocha. Ha sido un fin de semana cultural, lleno de tardes de museo: y fuera, la lluvia. En la Fundación Mapfre vimos dibujos y esculturas de Degas, y cuadros de Sorolla, Casas, Rusiñol. En el Reina Sofía, arte vanguardista; y en el Prado, Rembrant.
Entre Belleza y Belleza compramos un bocadillo de calamares y nos sentamos en un banco para comerlo. Al momento habíamos congregado a una muchedumbre de gorriones. Desmigué panes para ellos, y cuando tenía en la mano un trocito aún sin desmigar, un gorrión intrépido y hambriento aleteó hasta mis dedos. Se iban dando la vez unos a otros, todos saltando en un vuelto corto hacia mi mano. Fue un gran momento.
Noche de domingo en un garito mítico de Chueca, el Libertad 8, escuchando un concierto de Paco Bello. Fue tan bonito que el silencio después de cada canción se me hacía insoportable. Y el lunes, el Ateneo con sus rojos dorados y el triunfo de mi amiga Merl, áccesit del prestigioso premio Adonáis. Antes de despedirnos en Atocha me regaló la barra de labios Dubbonet de Mac: un tono rojo oscuro, casi vamp y muy elegante.
Hoy tengo 31 años y ha llegado a casa, por fin, el número de Nuestro Tiempo donde escribo sobre PAU y un par de ejemplares de mi tesina, ya publicada.
miércoles, diciembre 10, 2008
La diversificación
La diversificación es la clave de nuestra sociedad: lo he aprendido en el Curso de Adaptación Pedagógica. Se trata de una riqueza nacional: hay que diversificarse, es más, hay que adaptarse a cada nivel de diversificación. Diversificándonos.
Por eso, yo también me diversifico entre un blog serio (sólo al 50%), y otro de pura guasa. Click.
No desatenderé este garito, de todas formas. Nobleza obliga. Portémonos cono caballeros, y no como lo que somos. Ya que no somos profundos, seamos oscuros.
Por eso, yo también me diversifico entre un blog serio (sólo al 50%), y otro de pura guasa. Click.
No desatenderé este garito, de todas formas. Nobleza obliga. Portémonos cono caballeros, y no como lo que somos. Ya que no somos profundos, seamos oscuros.
sábado, diciembre 06, 2008
Adviento en la gran ciudad
ADVIENTO EN LA GRAN CIUDAD
Un humo de castañas nos recibe.
Es la imagen de siempre, en esa esquina
que doblo y ya regreso
a los años de fiesta.
Mi madre y yo viajando en ese vértice
de calles inundadas por la luz.
El humo de castañas llena todo:
las letras encendidas de las tiendas,
el vaivén de las puertas de cristal.
Y pica en la garganta,
y es como despertar con treinta años,
pero la fiesta no termina nunca:
mi madre lleva puesto
el abrigo dorado de los cuentos antiguos.
Intentando explicar la tarde de ayer me ha salido un poema. Un poema tonto, naif y happy, de los de "más Magia, vuelta a lo mismo", pero que ha roto mi sequía. El resto de la velada ocurrió entre potingues y libros y requiere prosa, pero aquí dejo mi tímido regreso a la poesía, y sigo la entrada donde la interrumpí.
Un momento, le digo a mi madre, señalando "The Body Shop". Ella se queda en no sé qué recado de telas. Y yo me hundo en el olor de la manteca de vainilla y especias, que era lo que quería oler. Salgo al frío de la calle, al azul brillante metalizado, con el aroma de vainilla que me envuelve como un abrigo. Y llegamos a la plaza.
En la plaza nueva conviven la feria del libro viejo y un coro de la parroquia de Coca de la Piñera, que canta villancicos. Con panderetas y todo.
Una vez más, de la Feria me interesa sólo el stand de Renacimiento, y allí me dirijo. Consigo un poemario de Ángel Mendoza, otro de Jon Juaristi y un tercero de Alberto Porlán. Destiempo de Gabriel Insausti, que ya lo tengo y lo regalaré. Un par de libros de Andrés Trapiello a precios irrisorios, y encima me hacen rebaja.
Y, yendo hacia la Novena de la Inmaculada, giramos por la calle Cuna, pegamos la nariz en el maravilloso escaparate de Los Reyes Magos, tienda vintage de juguetes de mi época, y entramos en La Jaboteca para pedir un botecito de aceite esencial de lavanda. Total, me van a pedir lo mismo que en la parafarmacia del Corte inglés por uno de Sanaflore, y esta tienda es pequeña y más artesana y sufrirá un poco más con la crisis, pienso.
Hoy, sábado, me he concedido uno de esos "baños gozosos", como los llamamos en casa, con agua caliente y ocho gotas de aceite de lavanda. Toda mi casa olía a campos azules.
Un humo de castañas nos recibe.
Es la imagen de siempre, en esa esquina
que doblo y ya regreso
a los años de fiesta.
Mi madre y yo viajando en ese vértice
de calles inundadas por la luz.
El humo de castañas llena todo:
las letras encendidas de las tiendas,
el vaivén de las puertas de cristal.
Y pica en la garganta,
y es como despertar con treinta años,
pero la fiesta no termina nunca:
mi madre lleva puesto
el abrigo dorado de los cuentos antiguos.
Intentando explicar la tarde de ayer me ha salido un poema. Un poema tonto, naif y happy, de los de "más Magia, vuelta a lo mismo", pero que ha roto mi sequía. El resto de la velada ocurrió entre potingues y libros y requiere prosa, pero aquí dejo mi tímido regreso a la poesía, y sigo la entrada donde la interrumpí.
Un momento, le digo a mi madre, señalando "The Body Shop". Ella se queda en no sé qué recado de telas. Y yo me hundo en el olor de la manteca de vainilla y especias, que era lo que quería oler. Salgo al frío de la calle, al azul brillante metalizado, con el aroma de vainilla que me envuelve como un abrigo. Y llegamos a la plaza.
En la plaza nueva conviven la feria del libro viejo y un coro de la parroquia de Coca de la Piñera, que canta villancicos. Con panderetas y todo.
Una vez más, de la Feria me interesa sólo el stand de Renacimiento, y allí me dirijo. Consigo un poemario de Ángel Mendoza, otro de Jon Juaristi y un tercero de Alberto Porlán. Destiempo de Gabriel Insausti, que ya lo tengo y lo regalaré. Un par de libros de Andrés Trapiello a precios irrisorios, y encima me hacen rebaja.
Y, yendo hacia la Novena de la Inmaculada, giramos por la calle Cuna, pegamos la nariz en el maravilloso escaparate de Los Reyes Magos, tienda vintage de juguetes de mi época, y entramos en La Jaboteca para pedir un botecito de aceite esencial de lavanda. Total, me van a pedir lo mismo que en la parafarmacia del Corte inglés por uno de Sanaflore, y esta tienda es pequeña y más artesana y sufrirá un poco más con la crisis, pienso.
Hoy, sábado, me he concedido uno de esos "baños gozosos", como los llamamos en casa, con agua caliente y ocho gotas de aceite de lavanda. Toda mi casa olía a campos azules.
miércoles, diciembre 03, 2008
Cóctel de vitaminas
Yo de mayor quiero ser como Arp. Que no es que sea muy mayor (41 años), pero tiene esa capacidad de contar y recomendar cosas que antes se otorgaba a los venerables ancianos de la tribu.
Yo de pequeña dibujaba abuelitas con moño blanco, trazando círculos que confluían en la idea de un moñete muy alto y unas gafas redondas. Esa abuela tejía la lana mientras me contaba cosas y sobre todo me recomendaba gangas, tiendas de segunda mano y lecturas apropiadas para una señorita.
No, no me he vuelto loca. Todavía. Es que era fantástico el juego ese de pintar un personaje y ponerte a hablar con él. Y te daba consejos que a veces parecían los de tu madre, o no.
Me gustan esas entradas de Arp en las que se limita a encadenar una lista de enlaces. Enlaza poemas, documentos de Zenit o alguna obra de John Henry Newman, de manera que la entrada termina pareciéndose a un río de señales mágicas. Y ahora que he aprendido a hacerlo, aprovecho la ocasión.
Una de las últimas entradas de EGM podría haberla escrito yo, según un comentarista llamado Glup. Y Benita recoge una disparatada carta a los Reyes Magos de un tal Payaso Japo.
El genial Toi se gana su título hablando de los sevillanos.
Y Néstor cada vez escribe mejor, eso sí, tomándole prestado el título a Luis Rosales.
Yo de pequeña dibujaba abuelitas con moño blanco, trazando círculos que confluían en la idea de un moñete muy alto y unas gafas redondas. Esa abuela tejía la lana mientras me contaba cosas y sobre todo me recomendaba gangas, tiendas de segunda mano y lecturas apropiadas para una señorita.
No, no me he vuelto loca. Todavía. Es que era fantástico el juego ese de pintar un personaje y ponerte a hablar con él. Y te daba consejos que a veces parecían los de tu madre, o no.
Me gustan esas entradas de Arp en las que se limita a encadenar una lista de enlaces. Enlaza poemas, documentos de Zenit o alguna obra de John Henry Newman, de manera que la entrada termina pareciéndose a un río de señales mágicas. Y ahora que he aprendido a hacerlo, aprovecho la ocasión.
Una de las últimas entradas de EGM podría haberla escrito yo, según un comentarista llamado Glup. Y Benita recoge una disparatada carta a los Reyes Magos de un tal Payaso Japo.
El genial Toi se gana su título hablando de los sevillanos.
Y Néstor cada vez escribe mejor, eso sí, tomándole prestado el título a Luis Rosales.