Silencio en Navidad. Estoy muy callada últimamente: motivos no faltan. Sin embargo hoy, día de los Inocentes, he querido detenerme en un desconocido locutorio de Logroño para desearos feliz año, que las clínicas abortistas declaren huelga indefinida, que los enfermos terminales mueran en paz, que los tacs y mamografías del mundo entero den negativo en sus resultados, y que las parejas separadas o al borde del divorcio sufran un aluvión de recuerdos positivos y decidan pensarlo otra vez. Y que vuelvan las musas a mi pobre ser... Son mis deseos para esta Navidad.
El dos de enero regresaré a este blog. Gracias a todos por leerme,
Adaldrida.
viernes, diciembre 28, 2007
miércoles, diciembre 19, 2007
La barbera del rey suevo lee Para siempre, de Rafael Juárez. (Reseña desenfadada y no remunerada.)
La barbera del rey suevo les ofrece aquí su visión particular de este libro, que tanto le costó encontrar y que tan buenos ratos le ha regalado. El título del poemario es lo primero que le gusta, dice. Para siempre. Juárez tiene títulos geniales de poemas, que es cosa que la barbera del rey suevo envidia y yo también, ya que mis dos libros los han titulado mis amigos (el uno, Beades, el otro Pablo Moreno, los dos accésit de Adonáis.) Es verdad que a partir de títulos de poemas míos, pero vamos, que lo más genial que he hecho en mi vida poética fue aquello de "La noche sobre Pampaluna", y de ahí surgio todo, escribir un libro sobre mi vida en Pamplona y por sugerencia de Pablo llamarlo así, Pampaluna.
Me he ido. Vuelvo. Juárez tiene títulos tan buenos como "Tres recuerdos del cielo". El poema llamado El sueño es buenísimo y lo trascribo entero:
COMO una llave dulce me trajo tu desnudo
el sueño, aquella casa de habitaciones claras.
Siempre hay niños que encuentran en la noche cerrada
pasadizos ocultos.
A la barbera del rey le gusta el modo que tiene Juárez de nombrar las cosas, las cosas más sencillas, con palabras sencillas también y certeras.
He vistos las naranjas
en el árbol, dorando
la mañana, las rosas
de diciembre (...)
En este libro hay misterio y nostalgia, dos de los ingredientes de la buena poesía. Y no está todo explicado, acabado, como una mesa tan brillante por nueva que nadie se atreve a tocarla. La poesía no debe ser así, y la poesía de Juárez afortunadamente no lo es. Es minuciosa pero a la vez enigmática, como tiene que ser:
Es temprano, domingo y primavera.
Te mira alguien que cruza
la plaza, peregrino de la noche,
el sábado y la lluvia.
Y a sus ojos se asoma la nostalgia
de no haber sido nunca.
*
Hogueras en la vega,
dragones en el cielo. (...)
*
Por las ramas doradas llega el día.
Recuerdo con piedad lo que he soñado
y no quiero decirlo.
La barbera del rey suevo es un poco caradura. Es verdad que le gusta la poesía de Rafael Juárez porque habla de cosas que a ella le gustan: Naranjas, árboles, noviembre, lluvia. No me canso de decir, lo dije también el el prólogo del libro de María Eugenia, que el oficio de un poeta es nombrar las cosas, y para nombrarlas, contemplarlas.
Me he ido. Vuelvo. Juárez tiene títulos tan buenos como "Tres recuerdos del cielo". El poema llamado El sueño es buenísimo y lo trascribo entero:
COMO una llave dulce me trajo tu desnudo
el sueño, aquella casa de habitaciones claras.
Siempre hay niños que encuentran en la noche cerrada
pasadizos ocultos.
A la barbera del rey le gusta el modo que tiene Juárez de nombrar las cosas, las cosas más sencillas, con palabras sencillas también y certeras.
He vistos las naranjas
en el árbol, dorando
la mañana, las rosas
de diciembre (...)
En este libro hay misterio y nostalgia, dos de los ingredientes de la buena poesía. Y no está todo explicado, acabado, como una mesa tan brillante por nueva que nadie se atreve a tocarla. La poesía no debe ser así, y la poesía de Juárez afortunadamente no lo es. Es minuciosa pero a la vez enigmática, como tiene que ser:
Es temprano, domingo y primavera.
Te mira alguien que cruza
la plaza, peregrino de la noche,
el sábado y la lluvia.
Y a sus ojos se asoma la nostalgia
de no haber sido nunca.
*
Hogueras en la vega,
dragones en el cielo. (...)
*
Por las ramas doradas llega el día.
Recuerdo con piedad lo que he soñado
y no quiero decirlo.
La barbera del rey suevo es un poco caradura. Es verdad que le gusta la poesía de Rafael Juárez porque habla de cosas que a ella le gustan: Naranjas, árboles, noviembre, lluvia. No me canso de decir, lo dije también el el prólogo del libro de María Eugenia, que el oficio de un poeta es nombrar las cosas, y para nombrarlas, contemplarlas.
martes, diciembre 11, 2007
Libros
Descubrí en un recital al poeta granadino Rafael Juárez. En la copita que sigue al acto poético, José Julio Cabanillas me recomendó un poemario suyo, Para siempre, para luego decirme con un poco de sorna que no lo iba a encontrar, "está en la Veleta"... Ya veremos. Este puente me escapo a Logroño, y en Logroño me espera la librería Castroviejo...
Llego y hace frío. La parte vieja de la ciudad me enseña sus luces y sus árboles desnudos, el suelo de piedra antigua. Callejas y tiendas de caramelos: caramelerías. Y té, y especias. Y sombreros. Tiendas bajo los soportales con nombres solemnes, "ciudad de Londres", "Nueva antiqua". Portales despintados, "Tebriz". La calle San Juan y Castroviejo, con música india y gente que busca libros. Gente no, personas. Una madre con dos bebés, un campesino que tras comprarse un libro iba a acudir a la manifestación por los viñedos...
Oiga, ¿tienen un libro de Rafael Juárez que se llama Para siempre y que se publicó en La Veleta? El hombre me mira. No me mira con cara de "de dónde ha salido ésta" porque ya me conoció en verano. Con tristeza me dice qué va, qué más quisiera yo, ya sabes que la Veleta... Sí, ya sé que Andrés Trapiello no reedita. Pues si no lo encuentro aquí, en ningún sitio... Sonríe y mira, ¡por si acaso!, en el ordenador. Un minuto. Aquí dice que hay un ejemplar. Todo se ilumina. Todo menos él, que tras buscarlo y encontrarlo, con un deje de pena comenta, casi no te lo vendo, me lo quedo yo.
Por favor...
Y te lo vas a llevar por once euros, canalla.
Tu tienda es la mejor del mundo entero.
En la calle hace frío. Cruzo dos calles, he quedado con mi tía Carmen en una esquina. No viene. Decido sentarme en un banco para abrir el poemario, no tenía tanta urgencia por leer un libro desde que compré En lugar del mundo. Empieza a caer un tímido sirimiri norteño, como pidiendo perdón porque llegue diciembre. Y yo consigo cerrar el libro, antes de que "aquella casa de habitaciones claras" se diluya entre las gotas.
Llego y hace frío. La parte vieja de la ciudad me enseña sus luces y sus árboles desnudos, el suelo de piedra antigua. Callejas y tiendas de caramelos: caramelerías. Y té, y especias. Y sombreros. Tiendas bajo los soportales con nombres solemnes, "ciudad de Londres", "Nueva antiqua". Portales despintados, "Tebriz". La calle San Juan y Castroviejo, con música india y gente que busca libros. Gente no, personas. Una madre con dos bebés, un campesino que tras comprarse un libro iba a acudir a la manifestación por los viñedos...
Oiga, ¿tienen un libro de Rafael Juárez que se llama Para siempre y que se publicó en La Veleta? El hombre me mira. No me mira con cara de "de dónde ha salido ésta" porque ya me conoció en verano. Con tristeza me dice qué va, qué más quisiera yo, ya sabes que la Veleta... Sí, ya sé que Andrés Trapiello no reedita. Pues si no lo encuentro aquí, en ningún sitio... Sonríe y mira, ¡por si acaso!, en el ordenador. Un minuto. Aquí dice que hay un ejemplar. Todo se ilumina. Todo menos él, que tras buscarlo y encontrarlo, con un deje de pena comenta, casi no te lo vendo, me lo quedo yo.
Por favor...
Y te lo vas a llevar por once euros, canalla.
Tu tienda es la mejor del mundo entero.
En la calle hace frío. Cruzo dos calles, he quedado con mi tía Carmen en una esquina. No viene. Decido sentarme en un banco para abrir el poemario, no tenía tanta urgencia por leer un libro desde que compré En lugar del mundo. Empieza a caer un tímido sirimiri norteño, como pidiendo perdón porque llegue diciembre. Y yo consigo cerrar el libro, antes de que "aquella casa de habitaciones claras" se diluya entre las gotas.
miércoles, diciembre 05, 2007
A day in the life
un día en Pampaluna. Vuelvo y lo miro todo con ojos de extraterreste, como desde otro mundo. Todos me felicitan por haber depositado la tesis; quedo con Raquel Lázaro, con Anacó, Inés, Teresa, con mi prima Cecilia. En casa de Sonsoles me espera la botella de ginebra azul, pero al final del día sólo soy capaz de beberme dos vasos de leche caliente con Colacao, después de leer el artículo sobre Peter en el último NT. Curioso lo de Peter: cómo se metía en mi blog en los que eran sus últrimos meses de vida, y yo sin saberlo. Le gustaban los palíndromos, inventar palíndromos. Por ejemplo, "¡agur, oruga!" o "No son sirimiris, no son"...
A última hora me hace efecto el efferalgan, bueno, el mismo efecto que dos copas de ginebra, revivo y la borrachera es de aúpa. Me invento una nueva palabra: Chupitanga. Aún no sé lo que significa... nada indecente, espero. Se admiten sugerencias honrosas. Sons y Pegamoide brillan a mi lado, y en la pantalla del PC suenan, alternativamente, all i want for Christmas is you de la peli Love actually y Allí estaba tú, del amigo Onofre (quien lo quiera escuchar, que vaya al rincón de Pacoto y pinche en la sección música, y luego en "chocante"...) Un día glorioso en Pampaluna.
A última hora me hace efecto el efferalgan, bueno, el mismo efecto que dos copas de ginebra, revivo y la borrachera es de aúpa. Me invento una nueva palabra: Chupitanga. Aún no sé lo que significa... nada indecente, espero. Se admiten sugerencias honrosas. Sons y Pegamoide brillan a mi lado, y en la pantalla del PC suenan, alternativamente, all i want for Christmas is you de la peli Love actually y Allí estaba tú, del amigo Onofre (quien lo quiera escuchar, que vaya al rincón de Pacoto y pinche en la sección música, y luego en "chocante"...) Un día glorioso en Pampaluna.