Manuel me regala un sugus de color azul. El azul es mi preferido, sabe a piña, a flash de verano. Manu quiere que juguemos a pollito inglés en mi casa, pero está malo y tose, y su madre no quiere que los niños corran, se acaloren o se rían. De vez en cuando vamos a mi habitación para ver mi pez naranja. Descubren tesoros escondidos, la guitarra que me regaló Beades, el palo de lluvia, las cajas de madera tallada... Abren cofres y desbordan pulseras, anillos, tobilleras de las mil y una noche por el suelo, porque somos una banda de piratas y hay que saquear la ciudad perdida, yo soy la jefa, abren cajones, nada importa. Arden las hogueras a lo lejos, y luego el mar: "nos iremos en barco".
A la hora de partir un pañuelo de lágrimas, pero Manu me convence para que duerma en su casa. Este hijo mío va para presidente de gobierno, dice su madre. A la mañana siguiente, enmarañados en la cocina, nos volvemos a encontrar. Manuel me dice, desde sus siete años, que va a traerme "los mejores libros de la biblioteca de su padre". Espero. Vuelve en pocos segundos con tres tomos gordísimos. Son la Odisea de Homero, El Señor de los Anillos y El Quijote.
viernes, junio 29, 2007
miércoles, junio 27, 2007
Frases geniales (La votación...)
He seleccionado diez frases geniales, unas en broma y otras en serio (o sea, todas "en brerio", como diría Carmen Martín Gaite...) Prometo, esta vez sí, publicar el resultado de la encuesta. Estas son las candidatas: ¡A votar!
1. El hombre es una explosión de alegría y caos (Paco Vals.)
2. Me suicidaría si no fuese por las agenditas (Prendes.)
3. ¡La cebolla es genial! (Beades.)
4. Este fin de semana voy a Madrid por encima de Carlos V. (Anacó.)
5. ¡Dolo, hija, deja el shocolate que te ansias! (Una vecina mía.)
6. ¡Raulino, bébete el fanta! (Una vecina de Merl.)
7. ¡Ya me has mojado el peine! ¡Como me vuelvas a mojar el peine te vas con tu madre! (Una vecina de mi abuela.)
8. Que topas, que topas, cohones (vieja solícita.)
9. ¡Perraaa! ¡Perra infernaaal! (Cutrefamosa del Cuore.)
10. Dar gloria a Dios sería como aplaudirle eternamente (Carlos RM.)
1. El hombre es una explosión de alegría y caos (Paco Vals.)
2. Me suicidaría si no fuese por las agenditas (Prendes.)
3. ¡La cebolla es genial! (Beades.)
4. Este fin de semana voy a Madrid por encima de Carlos V. (Anacó.)
5. ¡Dolo, hija, deja el shocolate que te ansias! (Una vecina mía.)
6. ¡Raulino, bébete el fanta! (Una vecina de Merl.)
7. ¡Ya me has mojado el peine! ¡Como me vuelvas a mojar el peine te vas con tu madre! (Una vecina de mi abuela.)
8. Que topas, que topas, cohones (vieja solícita.)
9. ¡Perraaa! ¡Perra infernaaal! (Cutrefamosa del Cuore.)
10. Dar gloria a Dios sería como aplaudirle eternamente (Carlos RM.)
lunes, junio 25, 2007
Demonios son las mujeres
(...) Pero, ¿cuándo
ellas de nada se duelen,
como a ellas no les falte
almendrucos y pasteles,
chufas, fresas y acerolas,
garrapiñas y sorbetes,
despeñaderos y crines,
perritos y perendengues?
Así ve Calderón a las mujeres, diría algún crítico. Pero no. Así las ve el gracioso de turno de una comedia calderoniana. Y lo que prueba esta pequeña diferencia es que el criado Brunel se equivoca de medio a medio en sus apreciaciones, como buen gracioso. Él descarga su lengua brava contra ellas porque cantaron durante la noche, mientras su amo estaba a punto de ser ejecutado: ¡Demonio son las mujeres! Lo que no sabía es que con ese canto la arrojada dama estaba dando una clave secreta para que el galán pudiera escaparse. Por eso el caballero da un cariñoso tirón de orejas a su lenguaraz lacayo, diciéndole que, si supiera la verdad de las cosas, "acaso no murmurara". Y, de paso, Calderón nos deja una enumeración genial...
jueves, junio 21, 2007
Maquillaje caro (y entrada larga con reflexión sobre el lujo...)
El maquillaje caro nos deslumbra, por supuesto. Aunque, bien mirado, la premisa no es tan evidente. Quiero decir que hay muchas cosas baratas que a mí por lo menos me vuelven loca. El pan y las patatas, comida pobre, la mejor. El agua mineral Fuente primavera de San Benedetto, a pesar del nombre tan pijo y tan tachín sólo cuesta veintisiete céntimos en el Más. Y es una botella de dos litros. (Niña, ¿nunca te dijeron que hablar de dinero era de mala educación...?) Y los yogures de Macedonia marca P.M.I, es difícil encontrarlos, pero son buenísimos y... baratos. Y la ropa de H & M, que además es chic y voluptuosa.
Hablando de potis nada te sale regalado, dirían algunas, pero hay cosas ajustadas de precio, como las cajitas redondas de colorete, el agua termal de la Roche Posay o el fondo de maquillaje de la misma marca, que para ser oil free y sin alcohol y ser taaaan bueno, en mi opinión, sólo te cuesta dieciséis euros. Está bien.
Lo malo y lo bueno del maquillaje es que en seguida se asocia al concepto de lujo. Por eso nos atrae tanto el colorido de firmas como Guerlain y Shiseido, que encima son originales y eficaces. Y ni te cuento Nars, que sólo se vende en Madrid, en Ekseption: una tienda que tiene hasta guardia de seguridad, que por cierto intentó ligar conmigo. Eso fue antes de ver que no iba a comprar nada: tendría que haberlo deducido por mis pintas.
Por lo visto Nars tiene un colorete que es un hit. En tono melocotón con reflejos dorados, mmm... Y resulta que Bourjois tiene un clon del afamado colorete. Y otro clon de Chanel. Ah, pero eso no vale... Perdonen ustedes, pero yo seguiré comprando cajitas redondas de Bourjois por once euros tan ricamente, no faltaría más. Tiene colores geniales.
Lo que ocurre es que todos ansiamos el lujo, pero el lujo es limitado. Como dice Juan Arana, si tocásemos a jamón de Jabugo por persona, si se abarataran los diamantes, la cosa no tendría gracia ya. Por eso las ediciones limitadas causan furor, pero a mí me llenan de rabia. Yo soy una chica sencilla: si algo me funciona quiero repetir. Si éso no es femenino, lo siento mucho. Tiene mucha razón mi padre, cuando habla del lujo en su libro Filosofía de lo cotidiano...
martes, junio 19, 2007
¡Follonen, spilen! (Verano del ochenta y tres)
Escucho incansablemente dos canciones: En qué estrella estará, de Nena Daconte, y Sólo pienso en ti, de Miguel Bosé. Todo da vueltas en torno a una escalera roja de caracol, un poco despintada, que había en Münster cuando yo tenía seis años. Viajamos en barco hasta Bonn durante aquel verano. Nos bañábamos en una piscina olímpica, cubierta. Y fuimos a la casa de Beethoven.
Mi padre me dijo que Beethoven era sordo. Dijo era, pero yo no reparé en el tiempo pasado y pensaba que el tal Beethoven era uno de sus muchos amigos filósofos. Entramos en aquella casa museo y había un par de vitrinas, una con un piano viejísimo y otra con una trompetilla que la gente miraba con veneración, ¿por qué? Y yo mirando por los rincones, buscando juguetes para jugar, o al menos niños para hablar con ellos. Los hijos de Beethoven debían estar escondidos detrás de alguna puerta, qué tímidos. Es increíble lo que pude aburrirme allí, rodeada de partituras amarillas, resquebrajadas como reliquias.
Pero también estaba la escalera roja, y el niño ése holandés y rubio: jugábamos a bicicletas sin hablar casi. Sólo nos decíamos "spilen" o algo así, que significa jugar en alemán. Y yo también decía: "Follonen, spilen". Porque el niño se llamaba Follonen. Eso me dijo. Luego, en España, la gente se reía mucho cuando decía yo su nombre y, como en la tarde aquella del museo, sin pillar ni una me preguntaba incansablemente, ¿por qué?
Mi padre me dijo que Beethoven era sordo. Dijo era, pero yo no reparé en el tiempo pasado y pensaba que el tal Beethoven era uno de sus muchos amigos filósofos. Entramos en aquella casa museo y había un par de vitrinas, una con un piano viejísimo y otra con una trompetilla que la gente miraba con veneración, ¿por qué? Y yo mirando por los rincones, buscando juguetes para jugar, o al menos niños para hablar con ellos. Los hijos de Beethoven debían estar escondidos detrás de alguna puerta, qué tímidos. Es increíble lo que pude aburrirme allí, rodeada de partituras amarillas, resquebrajadas como reliquias.
Pero también estaba la escalera roja, y el niño ése holandés y rubio: jugábamos a bicicletas sin hablar casi. Sólo nos decíamos "spilen" o algo así, que significa jugar en alemán. Y yo también decía: "Follonen, spilen". Porque el niño se llamaba Follonen. Eso me dijo. Luego, en España, la gente se reía mucho cuando decía yo su nombre y, como en la tarde aquella del museo, sin pillar ni una me preguntaba incansablemente, ¿por qué?
lunes, junio 18, 2007
Sed de poesía (o cómo apretar el tubo)
Tenía veinte euros en el bolsillo, íbamos a la playa y se me estaba terminando la crema hidratante: tres datos que confluían el sábado por la mañana dentro de mi ser. Decidí bajar a la parafarmacia y comprar allí un tubo de Toleriane, de la Roche, para pieles sensibles: doce con cincuenta. Pero, ya en la calle, brillaba en mis pupilas el escaparate de la librería Beta. Cruzar un semáforo y adiós, mis veinte euros. Adiós, ilusión de crema que hidrata y que suaviza, de textura oil free y con un ligero olor a pera. Bien mirado, me decía yo con la antología de Mariscal en una mano y Soy en mayo de Mesanza en la otra, me queda un resto de Pure A de Garnier, que hidrata, matifica y limpia las imperfecciones cutáneas. Hay que terminarlo, quizás, apretando un poco. Voy a preguntar qué valen estos dos libros.
En el mostrador el chico me sonreía. Ahí viene la que nunca me pregunta por lo nuevo de Dan Brown. Éste (y señalaba), diez euros. Este otro, nueve. El billete dio un brinco en mi bolsillo, silbando que quería convertirse en dos hermosos poemarios. La poesía hidrata, pensé. Y apretar el tubo de Garnier fomenta el ahorro, fortalece los músculos del brazo y favorece el juego de muñeca.
En el mostrador el chico me sonreía. Ahí viene la que nunca me pregunta por lo nuevo de Dan Brown. Éste (y señalaba), diez euros. Este otro, nueve. El billete dio un brinco en mi bolsillo, silbando que quería convertirse en dos hermosos poemarios. La poesía hidrata, pensé. Y apretar el tubo de Garnier fomenta el ahorro, fortalece los músculos del brazo y favorece el juego de muñeca.
domingo, junio 17, 2007
Fin de semana
El mar estaba gris y llovía en el agua... El viento me empujó a casa y a los libros, a ese apartamento de gran ventanal desde el que veía el mar plomizo y enfadado. Enfermo. Los libros eran dos: la historia del teatro del siglo diecisiete y la antología de Julio Mariscal, comprada al vuelo. La abro y es como abrir una puerta, y detrás mi infancia con sus tardes de brasero y lluvia. El cine exín. Mi muñeca Maite en un carricoche y la portera de mis abuelos diciéndome huy, pensaba que era un bebé de verdad. Y era un bebé de verdad. Y pasan las hojas y el libro nunca se acaba, los poemarios no se terminan nunca: empiezan. Empieza la historia de amor, la historia de exilio... "Rocío, estás como en otra parte". Exacto, estoy doblada en una página. Siempre vuelvo allí. Siempre estoy allí.
jueves, junio 14, 2007
Versos telefónicos
Sevilla me devuelve la voz de Beades por teléfono, como un torrente de chispas. Los versos telefónicos más sabrosos del mundo, a cualquier hora, corren desde su casa a mis oídos, abrigando hilos mágicos. Ya lo dijo otro poeta: Esa llamada tuya/ debería durar toda la vida. Una llamada que tiene mucho de alquimia y de taller, versos en construcción, con la impaciencia del primer descubrimiento. Si escribir es descubrir, con Beades escuchar es prendarse, sentir unos versos como droga dura, suplicar un correo urgente con aquellas palabras que ya forman parte de mi nostalgia, melancolía de futuro.
Ahora Jesús dice que se mete a fotógrafo, y yo le creo. Fotógrafo, poeta, músico, barrendero y espadachín. Un día le dije a su señora que me parecía una mixtura entre Chesterton y Hommer Simpson. El halago llegó a sus orejas, y parece que el segundo término de la ecuación fue el que le gustó más. Él mismo dice que crecer es sentirse niño, y son sus ojos de niño los que alucinan con la barra Kisskiss de Guerlain. Los que escriben como un niño. Los que fotografían un toldo que dice piruletas, con letras rojas que saben a verano despintado.
Ahora Jesús dice que se mete a fotógrafo, y yo le creo. Fotógrafo, poeta, músico, barrendero y espadachín. Un día le dije a su señora que me parecía una mixtura entre Chesterton y Hommer Simpson. El halago llegó a sus orejas, y parece que el segundo término de la ecuación fue el que le gustó más. Él mismo dice que crecer es sentirse niño, y son sus ojos de niño los que alucinan con la barra Kisskiss de Guerlain. Los que escriben como un niño. Los que fotografían un toldo que dice piruletas, con letras rojas que saben a verano despintado.
lunes, junio 11, 2007
Llamada
Como en una cabina telefónica
a la orilla del mar, digo tu nombre.
El mar me dice calla y el silencio
me devuelve las sílabas azules.
a la orilla del mar, digo tu nombre.
El mar me dice calla y el silencio
me devuelve las sílabas azules.
sábado, junio 09, 2007
Rebajas
En Sevilla el milagro se llama H&M... Qué falta de poesía, dirán algunos. Pero la tristeza, el muermo y el spleen son las tres formas de sida espiritual, te quitan las defensas para luchar o aún para pensar en otra cosa que no sea tu tristeza, tu muermo o tu spleen. Y contra la depre, rebajas.
El problema llega de la mano de los probadores, o sea, cuando los probadores te rebajan la autoestima. Más aún. Y la ropa te estresa. Y odias Zara y Mango, y no te enamoras de repente de un vestidito de Miu Miu que viste en un escaparate... A estas alturas te ronda la cabecita una duda existencial, que viene a conjurar los tres males anteriores y formar cuarteto: es que yo... ¿no soy femenina?
Entonces llega el milagro cotidiano. Con el equipaje sin deshacer, mi madre me mira a los ojitos y me dice: "Vamos a H&M". Y luego a Adolfo Domínguez, para educar el gusto. De Adolfo Domínguez me entusiasman sus colonias, sus collares étnicos y sus pashminas. Pero H&M ha conseguido lo que parecía imposible: volverme loca por las compras, como Sophie Kinsella y como el resto de las mortales. Tengo ya tres vestidos que me sientan de maravilla y no pasan de la cuarenta y dos (tallaje alemán, pero éso no se dice...)
Hoy he vuelto a casa con un blusón de tonos verdes, sandalias para el verano y un disco de Miguel Bosé. Sevilla la nuit me sonríe a través de una lluvia imprevista. "Para calmar tu saudade", me susurra. Tan bonita, tan gitana, tan morena...
El problema llega de la mano de los probadores, o sea, cuando los probadores te rebajan la autoestima. Más aún. Y la ropa te estresa. Y odias Zara y Mango, y no te enamoras de repente de un vestidito de Miu Miu que viste en un escaparate... A estas alturas te ronda la cabecita una duda existencial, que viene a conjurar los tres males anteriores y formar cuarteto: es que yo... ¿no soy femenina?
Entonces llega el milagro cotidiano. Con el equipaje sin deshacer, mi madre me mira a los ojitos y me dice: "Vamos a H&M". Y luego a Adolfo Domínguez, para educar el gusto. De Adolfo Domínguez me entusiasman sus colonias, sus collares étnicos y sus pashminas. Pero H&M ha conseguido lo que parecía imposible: volverme loca por las compras, como Sophie Kinsella y como el resto de las mortales. Tengo ya tres vestidos que me sientan de maravilla y no pasan de la cuarenta y dos (tallaje alemán, pero éso no se dice...)
Hoy he vuelto a casa con un blusón de tonos verdes, sandalias para el verano y un disco de Miguel Bosé. Sevilla la nuit me sonríe a través de una lluvia imprevista. "Para calmar tu saudade", me susurra. Tan bonita, tan gitana, tan morena...
jueves, junio 07, 2007
Ya
¡YA HAY DOS MIL/ VISUALIZACIONES DE MI PERFIL!
(digo, por aquello de la rima. Y como ya tengo más de treinta libros leídos y citados en mi tesis, sumo y sigo: ya son casi las dos,/ he bajado de la biblioteca y voy a comer/ con Anacó.
Brindaré con fanta de naranja, pediré arroz con leche en el Faustino: maderas y recuerdos, aires de taberna, personas que sonríen, huevos fritos con patatas... podrá no haber poetas pero siempre... ¡habrá poesía!
miércoles, junio 06, 2007
Poesía y vida
Todos los amantes tienen una fecha recóndita. Todos los soñadores tienen una edad mágica. Y los calderonianos tenemos un momento en el que el severo dramaturgo nos hechizó. Detrás de cada esquina surge una historia: en una tarde de sexto de EGB se alzó dentro de mí el ansia de leer y me inicié con el alcalde de Zalamea.
El profesor Lapesa me gana por dos años. Este Lapesa me lo hizo pasar realmente mal en la carrera, con su manual de gramática histórica, y hoy ha saldado su deuda secreta conmigo al regalarme una deliciosa ponencia sobre la lengua de Calderón. En el comienzo cuenta que, cuando tenía nueve años, cayó en sus manos La vida es sueño, en un librito "impreso con tinta cárdena". Lo leyó de tal manera que sus padres le regalaron un teatrillo de juguete, "con dos decorados, de selva y de palacio". O sea, a propósito para una comedia cortesana. Qué envidia.
De un teatro de cartón nace una carrera de filólogo. De siete barbies y un solo Ken nace una vocación poética. Todo se mezcla como en aquella tarde de playa, tras un recital para estudiantes, cuando por no tener traje de baño me lancé al mar vestida, y una niña me preguntó: ¿Te bañas vestida porque eres poeta, verdad?
El profesor Lapesa me gana por dos años. Este Lapesa me lo hizo pasar realmente mal en la carrera, con su manual de gramática histórica, y hoy ha saldado su deuda secreta conmigo al regalarme una deliciosa ponencia sobre la lengua de Calderón. En el comienzo cuenta que, cuando tenía nueve años, cayó en sus manos La vida es sueño, en un librito "impreso con tinta cárdena". Lo leyó de tal manera que sus padres le regalaron un teatrillo de juguete, "con dos decorados, de selva y de palacio". O sea, a propósito para una comedia cortesana. Qué envidia.
De un teatro de cartón nace una carrera de filólogo. De siete barbies y un solo Ken nace una vocación poética. Todo se mezcla como en aquella tarde de playa, tras un recital para estudiantes, cuando por no tener traje de baño me lancé al mar vestida, y una niña me preguntó: ¿Te bañas vestida porque eres poeta, verdad?
martes, junio 05, 2007
Sevilla
En sólo cinco días estaré de regreso. Digo Sevilla y pienso en sol y palmeras, y en Nico en mi piscina azul diciendo, "esta isla es mía". Y, como en distintos flashes rapidísimos, superpuestos, Nico en mi balcón con una vela, Fernando do Vale con ceniceros, Merl con un vestido rojo. Flores rojas, banda sonora de verano. Cris en la calle Sierpes conmigo, buscando la casa de Bécquer y el Cristo del Gran Poder, y la calle laberinto que comienza en un hotel decimonónico.
Pienso en la calle Cuna con su olor a pizza y a jabones, y en la heladería Rayas, con su helado sabor a nocciolosa, y en la misa de una y media en los Estudiantes, donde este año llovía.
Todo lo pienso aquí, sabiendo que lo tendré: paraíso de la semana que viene. Por eso comienzo a añorar Pampaluna, lo que se va, lo que estoy perdiendo con cada mirada, cada árbol, cada gota de lluvia.
Pienso en la calle Cuna con su olor a pizza y a jabones, y en la heladería Rayas, con su helado sabor a nocciolosa, y en la misa de una y media en los Estudiantes, donde este año llovía.
Todo lo pienso aquí, sabiendo que lo tendré: paraíso de la semana que viene. Por eso comienzo a añorar Pampaluna, lo que se va, lo que estoy perdiendo con cada mirada, cada árbol, cada gota de lluvia.
sábado, junio 02, 2007
Recuento
Tostadas, castillos verdes y juego de naipes con el cielo: éso es Pampaluna. Mitad adivinanza y mitad pesquisa: éso es la anotación de una comedia barroca en esta biblioteca blanca. Los ventanales te muestran la vida afuera: los libros se meten dentro de tu vida.