El sábado fui al teatro.
Me arrebata el teatro, por eso soy calderoniana pura. Me gusta leerlo y verlo. Me gusta Almagro, me gusta la Compañía Nacional de Teatro Clásico, me gusta el tenderete de libros que montaba Mar Zubieta en el festival, me gustan los congresos del Griso y me gusta recordar mis años mozos... y seguir leyendo a Calderón.
En Logroño acaban de representar La dama duende, a cargo de la compañía de Miguel Narros que es un director genial al que creo haber visto en Almagro alguna vez. Pero la representación no me gustó del todo, y voy a explicar la razones.
El vestuario y atrezzo fueron impecables, como lo demuestra el libreto que muestro en la imagen. La puesta en escena fue espectacular, la música maravillosa. Algunos actores no vocalizaban bien y por ejemplo mi abuela y mis tías que no conocían la obra como yo se perdieron muchos parlamentos.
Pero no es eso lo que me apena. Me dolió ver maltratados a algunos personajes, convertidos en bufones a todos los protagonistas masculinos.
En las comedias áureas hay un personaje cómico que es el Gracioso, que piensa "de tejas para abajo", que siempre está hablando de comida y del otro aspecto de la carne más festivo, que a veces recibe mojicones, se cae, es cobarde, etc..., y todo entra dentro del mundo dramático del Siglo de Oro.
Pero es que en este caso todos los galanes eran graciosos. Los hermanos de la dama daban saltitos de rabia, se enfadaban en plan "pues no respiro", daban pellizcos en el trasero a la criada y hasta a su misma hermana... lo cual está fuera de lugar o al menos a mí me lo parece.
El galán principal, Don Manuel, teniendo a la dama subyugada viendo si es mujer o duente, de repente se quiere aprovechar de ella y hace un gesto como de bajarse la bragueta (bragueta que no existía en aquella época), y cinco minutos después le declama un soneto bajo una luz tornasolada.
Me dolió escuchar a mi abuela diciendo "no sabía que los personajes de Calderón fueran tan tontos". Y salté con toda el alma, ¡es que no son así! Sin embargo, queriendo hacer justicia alabé la música, la puesta en escena, la genial caracterización del gracioso y de la dama y criada..., y el final tan lírico.
"Sí, repuso mi tía, pero no pega ni con cola con las tonterías que han hecho los protagonistas antes". Quise decirle que en las comedias del Siglo de Oro todo sucede así, hay mil enredos que se desatan solo al final..., pero me temo que se refería a lo mismo que yo pensaba: no es verosímil que un galán declare su amor en versos a una dama... a la que poco antes ha tratado poco menos que como una yegua.
Excelente entrada y que buen blog. Un saludo y que tengas buen día!
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