domingo, diciembre 22, 2013

Películas de Adviento: Diez años de Love Actually

Hace Diez años estaba en los cines Love Actually.
Lo recuerdo con nitidez.
Era noviembre y yo estaba en Pampaluna. Hace ya diez años que viví en Pamplona. Qué niña era, con mis veinticino años a punto de ser veintiséis. Tenía tiempo para chiquilladas como entrar sola en el cine, pero no tenía tanta vida como ahora. Ahora no entraría sola en el cine... primero porque no tengo tiempo para ir, y segundo porque cuando voy tengo una legión de tías o amigas que me acompañan.
Bueno, era noviembre y yo, como todos los noviembres de mi vida, soñaba con diciembre. Alguien me dijo que echaban una peli ambientada en navidad, y allá me fui.

Por cierto, voy a hacer spoiler pero poco.




Love Actually es una película coral, es decir una sinfonía de historias, y unas han salido más logradas y otras menos. A mí no me gustó la historia del rockero borde, maldita la gracia. Tampoco la historia del inglés pesado tratando de convencer a su amigo de que las inglesas eran frígidas y que en Eh Eh Uh Uh él sería el dios del sexo. No me llevan a ninguna parte esos dos tramos de la película.

En cambio me fascinó la historia del chico y la chica que son dobladores de porno y se conocen en el plató, precisamente porque su romance está presidido por una timidez casi victoriana y el contraste es precioso.
Y me parece arrasador Colin Firth como escritor solitario que se enamora de una portuguesa que le limpia el apartamento alquilado. Y cómo aprende portugués para decir "Bonita Aurelia".  Es tan bonito.



Y la historia del chico que se enamora de la mujer de su mejor amigo es para aplaudir. Ese no enterarse nunca tan admirable que gastan los hombres, cómo el marido cree que su mejor amigo odia a su mujer "porque no es simpático con ella". Y ella tampoco se entera mucho, por eso el enamorado sin esperanza ni planes acaba montando una declaración deliciosa.  Ella es Keira, una Keira aún fresca, sin artificio, me recuerda a su actuación en "Quiero ser como Beckham" cuando era aún una cría. Y cómo, al final, él se sincera y ella lo agradece, pero no la cagan. Ya lo he dicho, spoiler total.



Conozco mucha gente que huye cuando salen niños en películas, pero a mí me encanta la historia del crío enamorado que se hace músico por amor. Y la del Primer Ministro y su discurso sobre la grandeza de inglaterra.
Y, por último,  me chifla cómo se van entrelazando y resolviendo los distintos nudos en un espacio común a los diversos personajes. Y la banda sonora de esta película es maravillosa.

Yo no sé nada de cine, de planos o de ángulos, puede que esta peli no sea buena, pero en cambio entiendo bastante de emoción. Y estas cuatro historias encadenadas, unidas a la música y a actores como Colin Firth, Hugh Grant o Emma Thompson, a mí me emocionaron hace diez años... y lo siguen haciendo hoy.

2 comentarios:

  1. Anónimo5:17 p. m.

    Doy fe de que de emoción y sensibilidad no sólo entiendes, sino que eres doctora, tanto es así que ahora, que estoy leyendo "Las cosas del campo" de José Antonio Muñoz Rojas (me pasa a menudo con muchas lecturas, pero la de ahora es esa) pienso todo el rato: "Dios mío dame un poquito de la sensibilidad de Rocío para apreciar esto como se merece". Bueno que me voy por las ramas, a mí también me encantó Love actually, que sigas deleitándonos con esa sensibilidad en estos días que tanta falta hace. Un beso fuerte

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  2. Joooo anónimo. No merezco tus palabras, pero intentaré merecerlas. Estoy feliz por haber vuelto al blog.

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