Cenábamos mi padre y yo al amor de la bombilla flotando. Preparábamos la gran ensalada de colores rojos, amarillos y pálidos brotes naranjas con pintas verdes bailando en la fuente de gres...
Pásame el cuchillo, por favor, canturrea mi padre. El cuchillo cuchillea, musito yo recordando abtrusas fórmulas filosóficas o poemas antiguos.
Mi padre levanta la vista, sonrie y comenta:
-El cuchillo cuchichea. ¿Qué te parece? Te regalo el endecasílabo.
Porque para mi padre, todo lo que suena bien es un endecasílabo. De tanto escuharme a mí lo bien que suenan esas once sílabas con acentos, se ha quedado con la música.
"...y pásame el cuchillo, por favor".
ResponderEliminarHe ahí.
O también: "Eh, pásame el cuchillo, por favor", Beades...
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