Encontrar un tesoro requiere mucho tiempo, paciencia, y sobre todo amor. Y tener la mañana del sábado vacía, y llenarla de libros.
En la calle San Juan, el sol baña las piedras. Hay un farol y una vidriera antigua, que esconde un almacén de tatuajes. Y souvenirs, navajas, lencería... Y al fondo, Castroviejo. La luz renacentista, la madera con sol antiguo, enrojecido.
La música de jazz, el tiempo respirando sin reloj y la mesa con libros aguardándome.
me hubiera encantado leer la carta a los Reyes...
ResponderEliminarY la publicaré, pero dentro de unos cuatro días...
ResponderEliminarGracias, Ana.
Gracias a ti. Si quieres ver mi blog, es un auténtico Cajón Desastre.
ResponderEliminaraacgi@blogspot.com
Que lo disfrutes...
ResponderEliminar¡Tesorazo!
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