Eran insoportablemente rosas. Sabían a calor, química dulce. Sabían a sábado por la tarde, a parque y a columpios. Te manchabas el traje de lazos, no importaba, manchas rosas y sombras por el suelo. Había un gran dragón detrás de cada árbol. Pinceladas de sol, se deshacía la tarde y los bocados eran lentos y rosas. Era rosa también la voz que te llamaba, y las sábanas limpias y el hilo de soñar.
Los domingos cambiaban de color: el parque era naranja, como los toboganes y el refresco. Bailaban escarchados los vasos de cristal. Y la misa también era naranja, ardían los ladrillos y el altar cuando cerrabas los ojos y era el sol furibundo. Fuegos artificiales en los bancos solemnes,en silencio. Naranja era la cruz y el tirachinas, en un mismo bolsillo. Y podéis ir en paz.
La paz era naranja, pues salíamos al sol de piedra y musgo. Toda la claridad venía a nuestros ojos. Tras cada misa el mundo parecía más nuevo. Más naranja.
Con razón el naranja es el color de los becarios... Es el color de la esencia de la juventud!!!
ResponderEliminarEncantada de volver a la esencia de las 7 Baribies. BESOS!
ResponderEliminarUn fuerte abrazo Rocío.
ResponderEliminarPRecioso colorido.
ResponderEliminarTengo una amiga que me insiste en que vaya al Sur, para saber lo que es la luz y los colores.
En esta entrada he encontrado una muestra representativa
gracias¡¡
adoraba esos pastelitos. En cambio yo era más de fanta de limón.
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