El autor de dieciocho puntos incendiarios sobre la vida literaria nos ofrece un auténtico disfrute poético, recital tras recital. Antonio Rivero Taravillo aplaude, como no podía ser menos, su tarea, y se le nombra Quijote en estos tiempos de extravío. Pero él tiene una explicación más sencilla y rotunda: mientras otros gastan su dinero comiendo langosta a diario, él prefiere publicar la poesía que le gusta. Y ofrecérnosla.
El día 19 de enero se presentó en La Casa del libro el poemario Poesía para niños de 4 a 120 años, publicado por el propio Sánchez Menéndez, José María Jurado y Jesús Cotta en la Isla de Siltolá. El libro, del que por cierto se habla hoy en el diario ABC, recoge poemas de los mejores poetas vivos del momento, aunque con alguna laguna (la ausencia de Carmelo Guillén Acosta es la más honda). Si quieren leer dos o tres joyas que atesora este libro-joya, les recomiendo visitar el blog de Ramón Simón, que ofrece fragmentos y hermosísimas fotografías salidas de sus manos en un mágico blanco y negro.
Lo importante de este recital fue el público: no había sillas, sino globos. Una impresionante marea blanca de globos, piruletas y libros. Niños jugando sobre una alfombra que susutituía al tradicional patio de butacas. Cuando la poesía comenzó, abrieron mucho los ojos, se sentaron en los brazos de sus padres o en el suelo, entre globos que iban estallando. Fue un recital con música de petardos, pero sin un solo grito, sin una llantina. La poesía amansando a las fieras. Una niña de dos años miraba fijamente los gorros y sombreros de los antólogos, mientras Jose Julio Cabanillas hablaba en voz queda de su gata Jueves, o Elías Moro recitaba una espléndida lista de objetos convertidos en poesía.
Toda esta magia es posible en la fabulosa isla de Siltolá.
gracias Rocío ,
ResponderEliminary qué bien lo pasamos, guau,
somos como niño pero sin el como,
besos
Muchas gracias Rocío.
ResponderEliminarUn abrazo.
Mil gracias!!!
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