jueves, marzo 11, 2010

Islas

Javier Sánchez me hace llegar el número uno de la revista que ha creado, "Isla de Siltolá, revista de poesía", con un consejo editorial envidiable: nada menos que Abel Feu, José Mateos, Luis Alberto de Cuenca y Julio Martínez Mesanza. Lo abro a la mitad, donde las hojas me lleven, como abro los libros que me gustan. Y lo primero que ven mis ojos es un poema de Jose Julio Cabanillas mágico y misterioso, de embrujo.

EL SOL DEL UNICORNIO

Este sol de diciembre,
de plata, casi a oscuras como el ojo
de un único unicornio que aún queda en el planeta

y busca su refugio mientras vive ¿hasta cuándo?
Y cuándo la Doncella que le aplacó la sed,
cuándo el árbol hermoso,
cuándo la rama verde en que vibró la luz.
Este sol de diciembre que mira un unicornio,
este sol de diciembre que miro mientras viene

Ella, hermosa, a llevarme.

II

Sentí pasos del viento que venía
de lejos y muy lejos me llevaba.
Muerte, pues has entrado, ¿ya es la hora?
Y su voz sonó a plata cuando oí:
- La Muerte no; soy el Amor que aguardas.

Luego comienzo por la primera página, y encuentro dos poemas nuevecitos de Miguel d´Ors, ¡qué maravilla! Uno de ellos, llamado 1938, habla de su padre, supongo, en plena guerra y en el frente de los que Rafael Alberti llama enemigos. Se lo leo a mis padres por la mañana, en el desayuno, en medio de un racimo de plátanos y una tostada de jamón dulce. Y entonces me cuenta mi padre una anécdota gloriosa: relata Laín Entralgo en sus memorias que, al filo de la contienda española, se encontró con Eugenio d´Ors y con su hijo. El que años después llegaría a ser Don Álvaro contaba con unos veinte años y se iba a la guerra, pero antes su padre quería nada menos que armarle caballero. Y lo tuvo toda una noche en la catedral de Pamplona velando armas, y a la mañana siguiento lo armó caballero y lo mandó al frente.
Por toda la cocina suenan los chisporroteos de mis carcajadas. Me bailan los ojos. ¡¡¡Eso es una familia verdaderamente genial!!!

p.s.: He estado hablando con Miguel d´Ors y me ha dicho que el qe veló armas era su abuelo, Eugenio d´Ors. No sé cómo rehacer la entrada para no faltar a la verdad, así que lo añado aquói como posdata.

3 comentarios:

  1. Fui alumna de Don Álvaro. Realmente era un caballero lleno de excelencia. Esta anécdota me ha encantado. Gracias por traerla a tu blog.

    ResponderEliminar
  2. Anónimo12:39 p. m.

    Qé bonito el poema...

    ResponderEliminar
  3. Realmete bonito. Gracias.

    ResponderEliminar

habla ahora o calla para siempre