Dedico esta entrada a mi amiga Conchi Perea, y por supuesto a Meli, de Koupas, autora de mi nuevo corte de pelo.
Sobre este asunto se ha escrito mucho: las catastrofes que desatan los peluqueros al grito de "tú calla que de esto no sabes". De esto puede que no, murmuras, pero de mi pobre ser con ovalo facial más bien redondo, frente algo ancha y pomulos prominentes sé yo mas que nadie, que para algo me miro al espejo todos los días.
Pero el profesional-como-la-copa-de-un-pino continúa erre que erre, inmerso en el sadismo de las tijeras.
Ya lo he dicho más de una vez, pero lo que más me divierte de las revistas de moda es el makimarujeo que me ilustra sobre cómo se pintan, qué trapitos usan y cómo se cuidan las estrellas del astro imperante. En este apartado es Telva la que se lleva todos los premios de la loteria, con esos brillantes reportajes a toda pagina: "este verano, cuatro modelos te cuentan que reciclar, que conservar y en que invertir", o "el armario de... Patricia Conde".
Y si las it girls del momento me provocan a ira con sus sandeces sempiternas tipo "yo lo que hago es beber mucha agua y dormir ocho horas al día", me llenan de envidia cuando dicen La Frase: "Solamente pongo mi pelo en manos de Kuki, del salon Kuki Fernandez-Schmidt, en la calle Velázquez". Aleluya, pienso. Alguien ha encontrado a su coiffeur. Y me imagino a la famosa de turno cruzando a Ekseption en busca de unos pendientes de alto copete, que es la reaccion natural que te embarga cuando sales satisfecha tras varias horas de lavado + corte + color. Los ricos también lloran, y estoy segura de que aunque te llames Natalia Verbeke en algun tiempo remoto habrás sufrido torturas inenarrables hasta dar con tu media naranja peluquera.
Algunas tienen suerte y despues de mucho buscar, encuentran. Yo, por ejemplo. Despues de toda una decada de experimentos atroces, he encontrado a mi coiffeur. Esa que te escucha, te recomienda, se tira a la piscina contigo y comparte sus dudas, "ay Dios, tu madre me mata". Tanta humildad enternece, sobre todo porque lo que sale de sus manos es una obra maestra.
Se llama Meli, de la peluquería Koupas aqui en Sevilla, en frente del Hotel Colón. La primera vez que me entregué a su oficio, hace un par de años, supe que aquello sí era el comienzo de una gran amistad.
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ResponderEliminarMuchas gracias, Rocío, por dedicarnos este post. Y gracias, también, por compartir el suelo de azotea en una tarde de primavera.
ResponderEliminarMe gusta mucho el blog, pero qué pasa con el de te lo juro por un canguro, ya no hacéis nada???? Un beso,y te invito a mis blogs
ResponderEliminarYo ya dí mi opinión sobre el tema, aunque confieso que yo tengo una peluquera estupenda.
ResponderEliminarBuena entrada. :)
¡¡¡ARGGG!!! Necesito una Charo, una Meli, un/una algo parecido como agua de mayo. Llevo "sólo cortándome las puntas" casi diez años y haciéndome "el pintapelos" (como dicen mis jefes) otros tres en casa años por pura desconfianza en el sector.
ResponderEliminarPues yo tengo a mi peluquero Mariano en la peluquería de barrio de toda la vida (en el pueblo de mis padres) y cuando me voy para los Madriles, siempre paso a que me recorte. Gracias por la recomendación de peluquería, porque Sevilla me pilla más cerca!
ResponderEliminariré al koupas ese y preguntaré por meli.. a ver si tb es mi media naranja... tengo verdaero PANICO a las peluquerasss!!!
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