El 21 llegaba en esa hora mágica en que las farolas empiezan a encenderse y la luna a dibujarse. Y el cielo está azul brillante casi malva, y luego azul oscuro casi negro como en la película, pero iluminado. El azul noche, precisamente este, es mi color favorito. Los autobuses por la noche se encienden y parecen islas. Did you ever want to cry, susurraba Mama Kass en mis oídos mientras la máquina se tragaba temporalmente mi bonobús. Pasen al fondo. Señoras con cestas antiguas, niños raperos.
Entro en la Facultad y es ya de noche, del techo penden farolillos de bajo consumo que me deprimen. Tendría que llover para que el cuadro fuera completo, recuerdo la canción aquella, "como Camarón", y el poncho raspberry de mi amiga Merl y nuestro encuentro a la altura de los juzgados, un ocho de enero. No estábamos en la hora mágica, llovía y tronaba el frío, pero desde ese día el mes de enero ya no me pareció tan desolado y desguarnecido como antes. Pronto empezarán a oler los naranjos de la avenida.
El mes de enero es despiadado, parece condenarnos a un perpetuo invierno del corazón y revuelve todas las tristezas y soledades, pero está muy cerca de febrerillo loco y, al menos en el sur, este mes nos regala los primeros brotes de esperanza.
ResponderEliminarMe alegro de leerte de nuevo, amiga.
¿Y no te han traído los Reyes el último libro de la Szymborska? Me gustaría saber tu opinión.
ResponderEliminarEnero es hermoso. Hay que aprender a reconquistarlo.
ResponderEliminarQué maravilla los colores del sur!.
ResponderEliminarEn el norte, muy al norte, tenemos el color del mar que también tiene su primavera...
La lástima es que el tranvía se ha llevado los narnajos y hab´ra esta primavera flor de catenaria.
ResponderEliminarnaranjos... que guay!. aqui en madrid no huele a naranjos, como mucho te sorprendes las flores del almendro aunque hace fresquillo aun, me parece a mi...
ResponderEliminarEsta entrada tuya es de mis favoritas. Qué bien empieza 2008.
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