Un lector anónimo y cariñoso me ha preguntado si soy pelirroja, ¡qué ilusión! Por desgracia no es ése el color de mi pelo, pero si mis palabras me dan un ligero aire pelirrojo, no seré yo quien lo niegue. Uno de los pocos pasajes que de verdad me gustaron de Los Chesterton, de Ada Jones, es aquél en que Mrs Cecil Chesterton comenta que las heroínas de GKC tenían el cabello de un tono rojizo, como símbolo de aventura.
De hecho yo me imagino así a Auristela, protagonista de mi tesis, audaz dama calderoniana, con ese aura medieval y con esos destellos de oro rojo que desprende. Y así imagino también a Olimpia, la princesa prendida en cárcel de amor, "si es que amor prende con hierros". Alguien me pidió que regalara de vez en cuando alguna esquirla de mi comedia, ahí tenéis en canto de Olimpia según Calderón:
Huye pues, huye el peligro;
mas no te olvides, huyendo
de que tú la prisión dejas
y yo en la prisión me quedo.
Si es que Amor prende con hierros. También era pequeña y pelirroja Amanda, la amiga de Cris, y por eso ayer no hacía yo otra cosa que llamarla Olimpia. Olimpia es un nombre muy in, me dijo EGM, empeñado en demostrar mi status de niña pija. Que no, Enrique, que me gusta comer piñones en la placita de la Juncal. Pero, ya que estamos, nuestra visita a El Puerto y nuestra comida con Enrique y Leonor (¡felicidades!) pide otra entrada aparte, pues, como dice un amigo mío portugués, no se puede guardar la belleza en un cajón. Otro día.
Huye pues, huye el peligro;
mas no te olvides, huyendo
de que tú la prisión dejas
y yo en la prisión me quedo.
Si es que Amor prende con hierros. También era pequeña y pelirroja Amanda, la amiga de Cris, y por eso ayer no hacía yo otra cosa que llamarla Olimpia. Olimpia es un nombre muy in, me dijo EGM, empeñado en demostrar mi status de niña pija. Que no, Enrique, que me gusta comer piñones en la placita de la Juncal. Pero, ya que estamos, nuestra visita a El Puerto y nuestra comida con Enrique y Leonor (¡felicidades!) pide otra entrada aparte, pues, como dice un amigo mío portugués, no se puede guardar la belleza en un cajón. Otro día.
ja, ja, ja.
ResponderEliminarCreo que voy a empezar a leer a Calderón...
Arana Modigliani, ¡oh!
ResponderEliminarYa sé que a ti te gusta Modigliani tanto como a mí, Carlos.
ResponderEliminarGracias, Benita: no dejes de leerlo.
Gracias por tu esquirla. Ni caso, Olipia es chulísmo. Regálanos más!
ResponderEliminarMe ha gustado mucho querida Rocío. La elección de Amedeo Modigliani ha sido estupenda, bajo mi humilde punto de vista.
ResponderEliminarSaludos.
A mi las pelirrojas me caen bien... tienen algo ¿verdad? yo siempre he querido ser pelirroja! jajaja.
ResponderEliminarBonito lo de la calderón: "y yo en la prisión me quedo"...
Bueno, esa crónica portuense que no se dilate mucho.
ResponderEliminarLas pelirrojas son peligrosas. Prueba irrefutable es The Quiet Man.
ResponderEliminarComes piñones en la Juncal, mas pernoctas en Nervión.
Que sea la última vez que marchas a El Puerto sin avisarme.
¡Gracias, Ro! Esperamos esa entrada que prolongue los efectos saludables del sábado.
ResponderEliminarSé que tenemos pendiente un timbal de verduras, pero estoy literalmente enclaustrada. ¿el martes después de ?
ResponderEliminar(me tendrás que esperar media hora, pa que te organices).
Por cierto, a mí me encanta Modigliani!!! Me alegro del paréntesis ed las entradas de maquillaje....una cosa es ir poco a poco aprendiendo...y otra el atracón de las últimas semanas. Con mi 1er paso, (la brocha), voy que chuta. Por cierto, veo poca alegría sevillista en el blog...ya ví en el blog de Jesús Beades de qué pié cojea el grupo poético....