Estoy haciendo un parón de semana y media en mi tesis, muy bueno por cierto, ya que lo aborrecible se convierte en materia de nostalgia. Me ha salido un trabajillo de tres al cuarto, que consiste en corregir (no sólo erratas, sino sintaxis, ortografía y TODO en general), un libro de materiales para la construcción.
Mi trabajo no es divertido ni edificante, lo único que edifica un poco es mi cuenta bancaria. Con la venia, debo decir que los arquitectos escriben algo mal. Se comen los verbos (y las uñas, a lo mejor) y lo ponen todo en plan esquema. Y de las comas ni hablo, quiero decir, ni me extiendo en ese capítulo... Tienen querencia al gerundio y a separar sujeto y predicado por medio de punto y coma. Con los acentos uso de benevolencia porque a mí también se me escapan y se me resisten, y ha sido así desde siempre. Ni cinco años de carrera han conseguido disipar alguna de mis dudas.
Y, sin embargo, me divierto. ¿Y por qué? Me divierto mucho con los nombres disparatados que voy encontrándome. Abundan los apellidos polacos que bautizan leyes físicas, abundan las ecuaciones de segundo grado (no crean, el libro es una mina de sabiduría, así como de incorrección gramatical, y esto último, no tanto...) Por el libro campan a sus anchas los bituminosos armados, el clorocaucho y los monómeros que polimerizan.
Algunos epígrafes parecen un listado de componentes químicos, y entonces al leerlos imagino fluídos exóticos, fluorescentes, esfervescentes, evanescentes... Mi madre dice que la única parte divertida del trabajo la pongo yo, con mi imaginación. Pero es que ya de tanto leer la palabra resina epoxiemulsionable he montado un taller de alquimia en mi cabeza.
Señorita Lirio, escribe ud. estupendamente. No sé si se lo había dicho ya, pero hay casos en que no importa repetirse.
ResponderEliminarY tienes una gracia tremenda. Ya me gustaría haber heredado de mi abuelo esa moral alcoyana, pero la genética tiene sus caprichos y sus leyes.
ResponderEliminarEso. No sólo se enriquece la cuenta bancaria; también el blogg y nosotros
ResponderEliminarMaravillosa entrada.
ResponderEliminarPD: ¡me copian su apodo!
Oh, qué emoción. Gracias, gracias. Buko, tú sólo me llamas Lirio, deja que Baltanás me trate de usted y me llame señora Lirio, ¡queda tan cool! Desde aquí saludo a Etéreo, comentador del post precedente (uh!).
ResponderEliminar"ya que lo aborrecible se convierte en materia de nostalgia". Genial, Dama de los Lirios de Ciudad.
ResponderEliminarY eso de que un libro de materiales para la construcción sea poco edificante, tiene su gracia.
Saludos.
Vaya Doña Lirio del campo, tiene usted un trabajo muy parecido al mio, y a mi también me divierte mi trabajo. Me uno a los aplausos blogueros, pero bueno, ya sabe que soy su fan, mi opinión en subjetiva. Y haber si la veo, que tengo ganas.
ResponderEliminarUna entrada maravillosa más: sólida, muy bien construida. ¿Has pensado en la [posible] relación entre la delicada cosmética y esas gruesas fórmulas arquitectónicas?
ResponderEliminarSí lo he pensado!!! Es increíble, ¿no?
ResponderEliminarQué gracia le das hasta a los materiales de construcción!!!
ResponderEliminar¡Qué pasa aquí!! ¡Nueva entrada yaaaaaa!!!!
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