Hay versos que se clavan y te rondan en momentos importunos. En la cola del cine, en la mercería. Deberías decir "tome, diez con ochenta", pero te salen enredadas las palabras, como cantando: "mirándote, mirándote, mirándote" o "amor se llama fuego". Te muerdes los labios, a ver qué le explicas a la mercera. Durante años me venía continuamente a la imaginación un verso de Lope de Vega. Por extraños silogismos que sólo Freud desvelaría (o no), yo no hacía otra cosa que repetir: "que aún tienen sal las manos de tu dueño".
No sé qué magia antigua enciende las palabras esta noche, pero sí sé deciros que los versos se rezan, se desnudan. Como una oración. "En las manos de Dios está la vida", de Julio Martínez Mesanza. Este verso me ha acompañado en las noches más negras de hospital, y estoy por decir que ha salvado a un hombre. "La triste acometida de las horas". Un verso de mi amigo Paco Gallardo que me hacía reír durante aquel disparatado curso de luminotecnia, cuando el hombrecillo ése hablaba de la acometida de la luz. "Y entonces dijo Dios, ¡hoy, diversión!", de Chesterton, cómo no repetirlo una y mil veces como si fuera un caramelo de naranja... Y un Calderón que parece Garcilaso: "Fuentes perennes llorarán mis ojos". Y Juan del Encina: "Remediad, señora mía/ pues podéis".
Qué raros los poetas. Que unas palabras sirvan de conjuro. Lápices de colores, caramelos. Y cómo quema todo cuando no las encuentras. Dónde está la salida. Y palpas la pared, y das con el botón. Y todo se ilumina para siempre.
Qué descubrimiento el de tu espacio, y el de estas palabras en tono de conjuro, parafraseando a Cirlot, que seleccionas y ofreces en este texto de prosa poética tejida con hilos de Lope, de Mesanza, de Calderón o del Encina. Ideales para cerrar la semana y abrir la próxima unidas a las de Jaime Sabines: a mí me gusta, a mí me encanta Dios./Que Dios bendiga a Dios.
ResponderEliminarSaludos...
Grandiosa entrada. Aplaudo con el teclado.
ResponderEliminarGracias, qué ramillete de conjuro más bonito nos has dejado aquí!
ResponderEliminarQué gran entrada sí, y qué grande Máiquez con lo de aplaudir con el teclado. Me uno. Es verdad lo que dices sobre las palabras, cuando se convierten en algo más que letras encadenadas que significan algo. Cada uno tiene su propio repertorio de frases o versos preferidos, a veces compartidos: corazón tan menudo...
ResponderEliminarGracias por dar señales de vida, Carlos, me estaba preguntando si te había secuestrado la mafia rusa y te había inutilizado los dos brazos con hilo metálico de ése que se usa para atar los pavos de navidad...
ResponderEliminarMe uno a los aplausos de Enrique y Carlos. ¡Buenísima entrada! Me ha gustado especialmente el verso:
ResponderEliminar"En las manos de Dios está la vida."