Los colores del otoño son el ocre, el castaño y el oro pálido. Una gama de tonalidades, miel, tierra y fuego, que tiñe la ropa de mi madre. También en otoño vencen los colores de los frutos rojos, desde el fresa al vino o al arándano. Una vez escribí un aborto de novela que se llamaba el bosque de las bayas rojas. No recuerdo el argumento, pero el bosque lo recuerdo muy bien: encendido y mate a la vez, con manto de hojas, familias al completo los domingos y un gran lago con patos, o sea, un bosque alemán.
El invierno es un gran tablero de ajedrez en negro y blanco, y el que se sale de estos dos colores, pierde. Pero, como dijo d´Ors, "debajo de la nevada/ está naciendo el verano", y en primavera no sólo revientan las flores sino también la moda. Llega el verde: desde el verde limón al verde agua. Hay un punto en que el verde ya es azul, ése es mi color favorito.
El verano guarda también para mí un matiz mágico. Hace un par de años empezaron a llamarlo en las revistas color vitamina, y me pareció bien. Está entre el ámbar y el zumo de naranja, tiene burbujas doradas que bailan dentro y es ácido, da energía. Te lleva de la mano a las terrazas de agosto, a los paseos con lazos los domingos, a las placitas de barrio conversando con Merl. Te lleva a tus siete años y a tus veintisiete, a un concierto de Van Morrison, a Lord Scutum con ojos de mar abierto y a Fernando do Vale diciéndote que el ámbar es el signo del tiempo detenido.
viernes, junio 30, 2006
lunes, junio 26, 2006
Dies natalis
Hoy es un gran día, al menos para mí. Aún no sé crear enlaces, pero si supiera, enlazaría el mismo punto de Camino al que nos guía Enrique hoy, (con unos simples puntos suspensivos, hay que ser grande...)
Sí, ese que dice que es cosa nuestra coonvertir en endecasílabo la prosa de cada día. Muy acertado para este nuevo género que está naciendo, a caballo entre el apunte diarístico y la prosa poética, el genial B. dixit.
Si supiera hacerlo, lo haría, y pondría mi foto en el perfil, y una lista de blogs recomendados, ay... Esto me recuerda a una escena de Por quién doblan la campanas, cuando Ingrid Bergam le dice al chico que le quiere tanto, tanto, que de buena gana le daría un beso.
- Te daría un beso si supiera, pero nunca he sabido... ¿Dónde se esconde la nariz?
A mí, de pequeña, la duda me parecía muy razonable.
Sí, ese que dice que es cosa nuestra coonvertir en endecasílabo la prosa de cada día. Muy acertado para este nuevo género que está naciendo, a caballo entre el apunte diarístico y la prosa poética, el genial B. dixit.
Si supiera hacerlo, lo haría, y pondría mi foto en el perfil, y una lista de blogs recomendados, ay... Esto me recuerda a una escena de Por quién doblan la campanas, cuando Ingrid Bergam le dice al chico que le quiere tanto, tanto, que de buena gana le daría un beso.
- Te daría un beso si supiera, pero nunca he sabido... ¿Dónde se esconde la nariz?
A mí, de pequeña, la duda me parecía muy razonable.
domingo, junio 25, 2006
¡¡¡Agua...!!!
Arp enlaza mi entrada sobre la infancia, "jugar a las casitas". Además de agradecerlo, (¡gracias, Arp!), como no se me ocurre nada poético ni grandioso y estoy aburrida de no escribir en este blogg, completaré la entrada con una anécdota verídica.
Ocurrió en mi infancia, donde se forjan los rasgos más sobresalientes de la personalidad. Ejemplo, mi desmedida pasión por el agua. Nací con ella, y el día en que pude alcanzar yo sola el grifo sentí la deliciosa chispa de la independencia. Hasta entonces tenía que mendigarla, y mis parientes, asustados, me la daban en vasos raquíticos. Pronto supe que el biberón traía más cuenta (era más largo), y pronto salió de mi genio el primer poema, con anáforas e hipérbole incluídas:
Quiero agua
pero mucha
pero toda
pero hasta el cielo
pero en el on.
A todo esto, no era ésta la anécdota que iba a referirles, sino la que sigue. Dado mi amor por el líquido elemento, a los cinco años invertía todo mi recreo en beber en la fuente del colegio, que era más alta que yo. Había que hacer cola, soportar a las que no la hacían, subir unos escaloncitos y sorber la felicidad con prisa, porque detrás se alzaba pronto el coro de protestas... Entonces bajabas del paraíso y te disponías a hacer la cola otra vez, y así se iba el recreo, en un beso largo y con cortes debidos a la censura.
A mi regreso a clase, la profesora se me quedaba mirando de hito en hito, y es que entre pasión y pasión me había mojado el baby hasta las cejas. Y tras mirarme y remirarme venía aquella frase, que me causaba tanto pavor:
-Rocío, tengo en mi casa un tendedero, y como sigas empapándote así voy a tener que colgarte de un par de pinzas.
jueves, junio 22, 2006
Dúo
Un gato de fina estampa, ojos verdes y actitud de espera, ha comenzado a maullar a mi paso. Suave, muy suavemente, me miraba y parecía requerir una respuesta, así que yo también he roto a maullar. Él maullaba y yo maullaba, en una conversación cósmica que ha durado alrededor de diez minutos. La gente se reía o alucinaba, pero el gato y yo nos hemos entendido perfectamente.
martes, junio 20, 2006
Palabras joya
El blog es una mina de frases geniales, grandiosas. Ahora que está de moda el término joya combinado con otro sustantivo, bolso joya, vestido joya, e incluso labios joya (se lleva el gloss cargado de quilates y el maquillaje con brillos metálicos), reivindico la palabra joya.
Hoy en el escaparate he decidido mostraros dos magníficas gargantillas, labradas a fuerza de genio y tesón.
"la diversión no es más que la felicidad en mono de trabajo." (Enrique García Máiquez).
"Dar gloria a Dios sería como aplaudirle eternamente." (Carloos Rodríguez Morales).
Hoy en el escaparate he decidido mostraros dos magníficas gargantillas, labradas a fuerza de genio y tesón.
"la diversión no es más que la felicidad en mono de trabajo." (Enrique García Máiquez).
"Dar gloria a Dios sería como aplaudirle eternamente." (Carloos Rodríguez Morales).
jueves, junio 15, 2006
Dios en la calle
Tal día como hoy en el siglo XVII, se celebraban en las ciudades principales de España fiestas, se construían castillos en el aire, tablados, altares, arcos de flores y todo lo que hiciera falta para recibir a Dios en las calles. Se representaban autos sacramentales, funciones de teatro que resultaban ser, según críticos de izquierda-derecha-y-centro, el acto más democrático de la España de los Austrias: desde el grande hasta el campesino podía disfrutar con la contemplación y el estruendo. La fiesta barroca excitaba los cinco sentidos del ser humano, convertidos en cinco canales para navegar hacia la Belleza.
¿Qué queda de todo eso hoy, quince de junio de 2006? Supongo que más de lo que creemos. A las nueve y media de la mañana, frente a la catedral de Sevilla, un rosario de estandartes antiguos, músicos y militares desfilaban ante nosotros. Junto a la majestad de las tallas y la custodia, el glamour de los tacones y la elegancia de los vestidos.
Quizás Sevilla sea la ciudad más barroca del mundo en estos precisos momentos...
¿Qué queda de todo eso hoy, quince de junio de 2006? Supongo que más de lo que creemos. A las nueve y media de la mañana, frente a la catedral de Sevilla, un rosario de estandartes antiguos, músicos y militares desfilaban ante nosotros. Junto a la majestad de las tallas y la custodia, el glamour de los tacones y la elegancia de los vestidos.
Quizás Sevilla sea la ciudad más barroca del mundo en estos precisos momentos...
martes, junio 13, 2006
Chesterton y Peñalosa
Ambos hablan del mundo como algo mágico, fresco y recién creado.
LA NOVEDAD
¿Por qué me tiene que importar la Historia
por vieja y arrugada?
Para mí, las estrellas son tan frescas
como una carcajada
y el mundo es una narración fantástica
recién finalizada.
¿Por qué debo inclinarme ante la Historia
por seca y aburrida?
Los lentos árboles, los prados frescos
son una sacudida,
el ansia firme por trepar al cielo,
la fuerza de la vida.
Y los planetas y los soles del
silencio sideral,
para mí son los brillos de un instante:
el fuego artificial
que va lanzando Dios en esta loca
noche de carnaval.
C.K.CHESTERTON,
Traducción de Enrique García-Máiquez,
Lepanto.
***
RECETA PARA HACER UNA NARANJA
Contrátese a la primavera
para que diseñe los azahares,
es tan imaginativa la modista en velos nupciales,
sólo que trabaja unos días al año.
Los dedos de la lluvia
esparzan dos cucharaditas de azúcar,
esponje el aire los gajos de la cúpula,
se desentienda el sol de todo el universo
para teñirle la piel con sus pinceles
especializados en rojos,
añádase el barniz del otoño para sellar los poros,
qué envidia del pop-art y de las naturalezas muertas.
No toques aún esta naranja,
ponte primero de rodillas y adora como los ángeles,
fue hecha para ti en exclusiva,
para nadie más,
como un pequeño inmenso amor
que se cae de maduro,
que se entrega redondo.
JOAQUÍN ANTONIO PEÑELOSA,
Un pequeño inmenso amor.
LA NOVEDAD
¿Por qué me tiene que importar la Historia
por vieja y arrugada?
Para mí, las estrellas son tan frescas
como una carcajada
y el mundo es una narración fantástica
recién finalizada.
¿Por qué debo inclinarme ante la Historia
por seca y aburrida?
Los lentos árboles, los prados frescos
son una sacudida,
el ansia firme por trepar al cielo,
la fuerza de la vida.
Y los planetas y los soles del
silencio sideral,
para mí son los brillos de un instante:
el fuego artificial
que va lanzando Dios en esta loca
noche de carnaval.
C.K.CHESTERTON,
Traducción de Enrique García-Máiquez,
Lepanto.
***
RECETA PARA HACER UNA NARANJA
Contrátese a la primavera
para que diseñe los azahares,
es tan imaginativa la modista en velos nupciales,
sólo que trabaja unos días al año.
Los dedos de la lluvia
esparzan dos cucharaditas de azúcar,
esponje el aire los gajos de la cúpula,
se desentienda el sol de todo el universo
para teñirle la piel con sus pinceles
especializados en rojos,
añádase el barniz del otoño para sellar los poros,
qué envidia del pop-art y de las naturalezas muertas.
No toques aún esta naranja,
ponte primero de rodillas y adora como los ángeles,
fue hecha para ti en exclusiva,
para nadie más,
como un pequeño inmenso amor
que se cae de maduro,
que se entrega redondo.
JOAQUÍN ANTONIO PEÑELOSA,
Un pequeño inmenso amor.
viernes, junio 09, 2006
Jugar a las casitas
Una niña caminando por las calles, con su vestido de confección casera, como las mejores tartas de manzana, y su muñeca pelona y un poco gastada por los años. Me la encontré de frente, hace un par de días, y la entrada de hoy podría titularse algo así como viaje al centro de mí misma, o mírese en el espejo con veinte años menos, a cuántos les gustaría hacerlo.
A mí no. Instalada en los felices veinte, camino de los felices treinta, creo que lo mejor está por venir, o a lo peor ha venido ya, pero hace muy poco, y aún lo saboreo. Que la infancia no es ninguna arcadia lo han dicho varios sabios ya, pero mi infancia, desde luego, coincido con el sabio de turno y digo que es el lugar al que no volveré, por suerte. Siempre tenías la intuición de una inminente regañina: eras tan torpe que no sabías atarte los cordones de los sempiternos zapatos, no acababas nunca los deberes y cosechaste tus primera calabazas a la tierna edad de cinco años, ¡en trabajos manuales!
Y, sin embargo, hay algo que añoro, una magia antigua, la magia de jugar. Estoy segura de que si escribo ahora es porque jugué antes, el juego es creación. Yo tenía una muñeca que se llamaba Maite, pelona y desgastada. Y creé para ella todo un mundo: su guardería, sus amigas de la guardería, los padres de sus amigas de la guardería..., que, por cierto, se llamaban Carmen y Fernando y eran encantadores. Venían a casa día sí, día también, a tomar café y hablaban largas horas conmigo. Y mi casa era toda una ciudad: mi cuarto, nuestro apartamento; el pasillo, la calle; la terraza, el parque; la cocina, el bar y el salón, el cine. Mi marido trabajaba en Paris: hablábamos por teléfono todas las noches.
Jugar era crear, y por eso sigo jugando, y por eso siento cierta pena cuando anuncian por la tele el super dormitorio de la Barbie, ay, cuando un vaso de plástico volcado puede ser una mesilla y un trozo de papel de plata, el traje de fiesta más deslumbrante.
A mí no. Instalada en los felices veinte, camino de los felices treinta, creo que lo mejor está por venir, o a lo peor ha venido ya, pero hace muy poco, y aún lo saboreo. Que la infancia no es ninguna arcadia lo han dicho varios sabios ya, pero mi infancia, desde luego, coincido con el sabio de turno y digo que es el lugar al que no volveré, por suerte. Siempre tenías la intuición de una inminente regañina: eras tan torpe que no sabías atarte los cordones de los sempiternos zapatos, no acababas nunca los deberes y cosechaste tus primera calabazas a la tierna edad de cinco años, ¡en trabajos manuales!
Y, sin embargo, hay algo que añoro, una magia antigua, la magia de jugar. Estoy segura de que si escribo ahora es porque jugué antes, el juego es creación. Yo tenía una muñeca que se llamaba Maite, pelona y desgastada. Y creé para ella todo un mundo: su guardería, sus amigas de la guardería, los padres de sus amigas de la guardería..., que, por cierto, se llamaban Carmen y Fernando y eran encantadores. Venían a casa día sí, día también, a tomar café y hablaban largas horas conmigo. Y mi casa era toda una ciudad: mi cuarto, nuestro apartamento; el pasillo, la calle; la terraza, el parque; la cocina, el bar y el salón, el cine. Mi marido trabajaba en Paris: hablábamos por teléfono todas las noches.
Jugar era crear, y por eso sigo jugando, y por eso siento cierta pena cuando anuncian por la tele el super dormitorio de la Barbie, ay, cuando un vaso de plástico volcado puede ser una mesilla y un trozo de papel de plata, el traje de fiesta más deslumbrante.
martes, junio 06, 2006
Totum revolutum
"Quien habla solo espera
hablar a Dios un día."
Hoy me desperté con estos versos de Machado bailándome por la cabeza. ¡Qué poético despertar! También me vino a la mente la frase del padre de mi amigo Nico: a su mujer, antes de echarse un rato por la tarde, "me voy a hablar con Dios". Y nosequién me dijo un día que la siesta era el yoga andaluz; más barato, menos glamouroso y más eficaz. El sueño es fuente de poesía: mientras me levantaba con un leve dolor de espalda pensaba, con nostalgia, en el colchón de lana virgen que yo tenía en Maestu...
De Machado al sueño, no esta mal. De Machado a Leonor, la mujer viva de Enrique García Máiquez. Tengo que pasar un momento por el blogg (¿el blog, los blogs?) antes de ponerme las pilas...
hablar a Dios un día."
Hoy me desperté con estos versos de Machado bailándome por la cabeza. ¡Qué poético despertar! También me vino a la mente la frase del padre de mi amigo Nico: a su mujer, antes de echarse un rato por la tarde, "me voy a hablar con Dios". Y nosequién me dijo un día que la siesta era el yoga andaluz; más barato, menos glamouroso y más eficaz. El sueño es fuente de poesía: mientras me levantaba con un leve dolor de espalda pensaba, con nostalgia, en el colchón de lana virgen que yo tenía en Maestu...
De Machado al sueño, no esta mal. De Machado a Leonor, la mujer viva de Enrique García Máiquez. Tengo que pasar un momento por el blogg (¿el blog, los blogs?) antes de ponerme las pilas...
sábado, junio 03, 2006
Idiomas
Ayer, en la tetería de la calle Aire, mi primo me dijo que, al menos en Andalucía, todos los españoles deberíamos aprender árabe.
-¡Es parte de nuestra cultura!
Yo le miré aterrorizada. ¿No tenemos bastante con el catalán en Cataluña? Debo reconocer que soy negada para los idiomas. De pequeña me gustaba el inglés: me parecía musical. Me gustaba esa mezcla de /K/ y /l/ en "chocolate", que debe resultar algo así como shókleit. y luego que las mejores canciones del mundo estuvieran escritas en inglés. Y en octavo tuve una profesora que se llamaba Gabriela, y era como un zumo de naranja por las mañanas..., ¡chispeante! Y nos enseñaba letras de Simon & Garfunkel, ¿qué más se puede pedir?
Ah, pero la época dorada del inglés se esfumó, es el primer estrago que la edad ha ensayado conmigo. Los idiomas son como la religión: si no los practicas, se van muriendo poco a poco. Últimamente mi padre intenta hacerle el boca a boca mediante películas de home cinema en versión original. A las diez de la noche de un día cualquiera, qué dolor. Y lo malo es que pretende verls en V.O cuando las firma Ford o Cuckor, pero también cuando las firman Oliveira o Ullman...
La época dorada del inglés ya pasó, y me siento algo mayor para iniciar un largo y trabajoso idilio con el árabe. Si algún idioma me tienta, como dije ayer, es el hermoso judeoespañol. La nuestra es una historia de amor tranquila, profunda, que quizás les relate mañana.
-¡Es parte de nuestra cultura!
Yo le miré aterrorizada. ¿No tenemos bastante con el catalán en Cataluña? Debo reconocer que soy negada para los idiomas. De pequeña me gustaba el inglés: me parecía musical. Me gustaba esa mezcla de /K/ y /l/ en "chocolate", que debe resultar algo así como shókleit. y luego que las mejores canciones del mundo estuvieran escritas en inglés. Y en octavo tuve una profesora que se llamaba Gabriela, y era como un zumo de naranja por las mañanas..., ¡chispeante! Y nos enseñaba letras de Simon & Garfunkel, ¿qué más se puede pedir?
Ah, pero la época dorada del inglés se esfumó, es el primer estrago que la edad ha ensayado conmigo. Los idiomas son como la religión: si no los practicas, se van muriendo poco a poco. Últimamente mi padre intenta hacerle el boca a boca mediante películas de home cinema en versión original. A las diez de la noche de un día cualquiera, qué dolor. Y lo malo es que pretende verls en V.O cuando las firma Ford o Cuckor, pero también cuando las firman Oliveira o Ullman...
La época dorada del inglés ya pasó, y me siento algo mayor para iniciar un largo y trabajoso idilio con el árabe. Si algún idioma me tienta, como dije ayer, es el hermoso judeoespañol. La nuestra es una historia de amor tranquila, profunda, que quizás les relate mañana.
viernes, junio 02, 2006
Magia judeoespañola
Ayer fui con mi primo a la Casa de la Memoria, en el barrio de Santa Cruz, a un concierto de música sefardita. Para no apuntarme un tanto diré que el concierto no entraba en el plan, sino que vino de pronto a nosotros, como un regalo, como suelen parecer casi todos los regalos, como por casualidad. Carmen Martín Gaite hablaba en una de sus novelas del "dolor de esquina", ése que te invade cuando doblas una calle y en un ramo de azahar colgante, una terraza veraniega o un par de músicos con violín distingues la espada de un viejo amor, quizás no tan antiguo.
También existe, digamos, el placer de esquina, o gozo de esquina. Ayer mi primo quería ir a una tetería que hay en la sevillana calle Aire. Como no hace mucho me perdí con Miguel dÓrs por el barrio de Santa Cruz, llamé para no hacer el ridículo a don Fidel Villegas.
-¿Dónde está la calle Aire?
-Al lado de la calle Fabiola.
-Ah.
Ya es mío, me dije, y de hecho fui capaz de llevar a mi primo por mi ciudad sin mucha vergüenza. Medio llovía, las calles estaban aderezadas con eau de cheval y la avenida de la constitución seguía pareciendo un emplace futurista. Pero allí estábamos, en medio de Ximenez de Enciso, y de repente, ¿por qué te paras? La Casa de la Memoria.
-Aquí vine a un concierto con mis padres, la música judeoespañola es la más bella del mundo.
Miré hacia arriba, y en un cartel anunciaban el mismo prodigio para aquella tarde, a las ocho y cuarto. Entramos, nos pusieron en lista de espera, fuimos a la tetería, fuimos a la placita de Santa Marta, volvimos rezando a todos los santos de la corte celestial y pudimos asistir. Allí nos sumergimos en un idioma lleno de magia, un idioma para soñar, cantar, hacer poesía, enamorarse, llorar y rezar.
También existe, digamos, el placer de esquina, o gozo de esquina. Ayer mi primo quería ir a una tetería que hay en la sevillana calle Aire. Como no hace mucho me perdí con Miguel dÓrs por el barrio de Santa Cruz, llamé para no hacer el ridículo a don Fidel Villegas.
-¿Dónde está la calle Aire?
-Al lado de la calle Fabiola.
-Ah.
Ya es mío, me dije, y de hecho fui capaz de llevar a mi primo por mi ciudad sin mucha vergüenza. Medio llovía, las calles estaban aderezadas con eau de cheval y la avenida de la constitución seguía pareciendo un emplace futurista. Pero allí estábamos, en medio de Ximenez de Enciso, y de repente, ¿por qué te paras? La Casa de la Memoria.
-Aquí vine a un concierto con mis padres, la música judeoespañola es la más bella del mundo.
Miré hacia arriba, y en un cartel anunciaban el mismo prodigio para aquella tarde, a las ocho y cuarto. Entramos, nos pusieron en lista de espera, fuimos a la tetería, fuimos a la placita de Santa Marta, volvimos rezando a todos los santos de la corte celestial y pudimos asistir. Allí nos sumergimos en un idioma lleno de magia, un idioma para soñar, cantar, hacer poesía, enamorarse, llorar y rezar.