domingo, febrero 18, 2007

Rome sweet home

De repente me han entrado unas ganas enormes de viajar a Roma. Los libros avivan el amor y los recuerdos, y yo acabo de leer uno de Peter Seewald donde cuenta su conversión al catolicismo. Él no utiliza la palabra conversión sino una simpática perífrasis: "cuando empecé a pensar en Dios". Desde que cayó en mis manos Perder y ganar, del cardenal Newman, me bebo todas las autobiografías, biografías noveladas y libros de memorias que voy encontrando, quizás con el gusto secreto de mascullar: "To lose and to gain era aún mejor". Con Seewald me ha ocurrido lo que con todos, pero hay un párrafo que no cambio por nada: ése en que cuenta su viaje a Roma. Podéis imaginar al hombre, antiguo comunista, en pleno proceso de amor-horror ante ese mismo amor, cuando de pronto la balanza cae del buen lado y de pura alegría se pone a bailar en la plaza del Vaticano, hasta que llegan los carabinieri.
Y es que "bajo esos adoquines palpitaba la piel del mundo".

5 comentarios:

  1. Gran título, el de esta entrada.

    PD: Señorita lirio descalzo escrutadora de Garcilaso (toma ya pareado cutre), ¿para cuándo una gran fiesta donde celebrar de la vida y el mundo?

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  2. Para el viernes si Dios quiere, ¿qué tal?

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  3. Maravilloso. Me muero de ganas de veros a todos.

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  4. Anónimo5:42 p. m.

    Oh, Roma. Cuatro días estuve, sólo cuatro, pero creo que no me he acabado de ir. Qué ciudad. La ciudad. Ahhhh.

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  5. Yo no estuve en Roma... fisicamente hablando, pero mi corazón ha viajado allí con frecuencia a ver a Pedro. Un saludo Rocio, llevo tiempo siguiendo tu blog, soy como un admirador secreto de tus palabras. Ánimo

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