martes, octubre 31, 2006

Tongo

Hace un par de días fui al teatro con mis padres, a ver "El príncipe tirano", de Juan de la Cueva. El montaje lo firmaba el CAT, lo cual ya tendría que haberme dado algo de recelo. LLegamos al Lope de Vega, mi padre trajeado, yo guapa y mi madre guapísima, y nos ofrecieron un libreto que se abría con un discurso rompedor, del tipo "qué malos son los poderosos", y que acababa diciendo "nadie es más puta que la suerte". Ayayay. El libreto-joya incluía un par de críticas que alababan el decorado frío y minimalista. Lagarto, les dije a mis papás, y no me equivocaba.
Reconozco que soy una cría sencilla. Leo autor del siglo XVI y espero música renacentista, vestuario renacentista, maquillaje renacentista y un poco de respeto por el texto. Lo de la música fue lo que más dolió. Me las prometía muy felices escuchando deliciosas baladas populares y fondos de cítaras tristemente felices, pero no.
Lo que hubo fue un chacachaca, frotamientpo de cuerpos en plan reloj mecánico, nada erótico festivo, qué va, ¡ojalá! Y entre estridencia y golpe tecno, un verso atragantado por ladrillos de prosa libre.
Mis ojos procesaban los segundos como un ordenador apunto de apagarse, y yo iba pensando en el cine, ¡con las ganas que tengo de ver Scoop...!

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habla ahora o calla para siempre