TODA LA CULPA ES DE BLANCA
Hace tres días cumplí dieciséis años.
Como regalo, mis padres me llevaron a comer a Casa Moli, un
asador con mantel de cuadros y olor a comida en la trastienda. Comimos en el
patio, bajo la parra: hacía ya calor. Pedimos carne barata asada en fogón y una
montaña enorme de patatas fritas. Mi padre bebió un licor oscuro y yo me zampé
todo un litro de Cocacola. Hay que aprovechar las oportunidades.
Por la noche, mis padres me anunciaron que habían decidido
separarse. Yo alucinaba, claro. Podían
haber esperado unas horas, digo yo.
Estoy segura de que Blanca ha tenido toda la culpa. Mis
padres eran uña y carne hasta que ella volvió a aparecer por aquí, que nadie la
había llamado, digo yo.
En mi casa nunca hubo muchas alegrías económicas, mi padre
tenía un despacho de pan y mi madre, una portería en la calle Goya. Tener un
padre panadero es la cima del chabolismo social: toda tu casa huele a dulce y
comes pan tierno todos los días, es cierto… pero queda fatal cuando lo dices
por ahí.
Afortunadamente, mamá y papá tienen también una historia de
película. Y a mí me chifla contarla. A cualquiera.
Se habían conocido al final de la posguerra, pero se casaron a principio de los ochenta.
Se habían conocido al final de la posguerra, pero se casaron a principio de los ochenta.
Cuando se conocieron, mi padre estaba ya casado y tenía una
hija, la sin sustancia de Blanca. Se enamoraron al estilo antiguo y se veían de
forma intermitente, porque mi madre no quería convertirse en la amante estable de ningún señor casado, por
muy enajenada de amor que estuviera. Había además otro hombre que la cortejaba
proponiéndole un noviazgo formal. Por culpa de este otro hombre mi padre acabó
riñendo con mi madre, y dejaron de verse durante una larga década.
En ese tiempo, mi madre se casó, tuvo dos hijos y enviudó. Al poco de enterrar a su marido, fue a buscar
a mi padre. En una tarde se encontraron, y decidieron marchar juntos a Alemania
buscando un buen trabajo y huyendo de la mujer de mi padre.
Supongo que Blanca siempre nos odió a mi madre y a mí.
Destrozamos su hogar de hija única. Yo fui concebida en esa misma tarde en que
mis padres se encontraron: siempre he pensado en ellos como dos marionetas
arrastradas por un amor descomunal. El amor es algo terrible, yo no me pienso
enamorar nunca.
Cuando mis padres pudieron casarse, porque ya había divorcio
en España, ella tenía ya los cuarenta y él sobrepasaba la cincuentena, pero se
les veía jóvenes y felices aquella mañana en el ayuntamiento de Cardoñuera.
Mamá vestía un traje color lavanda a juego con el mío: a mis cinco años largos
me tocó el trago de ser dama de honor de mis propios padres, y supongo que aún no
me he repuesto.
Y diez años después…
“A tu madre le duran los maridos una década”, me ha ladrado
hoy la Melu, una vecina meticona y lenguaraz.
Yo sé que mi padre aún nos
quiere, y que toda la culpa es de Blanca.
Me gusta mucho, especialmente porque abres ahí otra línea de escritura, sin adjetivos, sin colores: narración, atención al detalle, personajes con fondo. No puedo estar más interesado.
ResponderEliminarARP, muchísimas gracias...
ResponderEliminarOye, si se casan a finales de los sesenta, se casan a finales de los sesenta. Si se casan cuando hay divorcio en España, se casan a partir de 1981.
ResponderEliminarTodo por poner a la gente a enamorarse, cómo no, "en plena posguerra".
Toma ya, es verdad. Lo cambio gracias.
ResponderEliminarSigue por ahí, Rocío. Duro.
ResponderEliminarEstupendo! gracias a ti por estas cosas con que nos obsequias!
ResponderEliminarQué bueno, Rocío, me recuerda a la Rodoreda.
ResponderEliminarY mejor con ese cambio de fechas y que sea una niña de 16 en el 91, aunque se conocieran cuando empezaba el despegue (es que no es nada fácil hablar como una adolescente de finales de los setenta, ni siquiera para mí que andaba por ahí. Por ejemplo me parece que cuando algo nos alucinaba es que era una maravilla... eso creo, eramos un poco cursis).
Sigue, por favor, me muero de curiosidad.
No quiero engañar a nadie: esto No va a seguir. Es un comienzo, voy a comenzar a escribir comienzo hipotéticos de novela. Solo eso, comienzos. La idea me la dio Beades en un comment antiguo, creo.
ResponderEliminarNo soy novelista, pero se me da bien inventar personajes a comienzo de una historia o in medias res. Por eso, estos comienzos hipotéticos de novela. A ver cómo se me da.
PUES SIGUE CON TUS COMIENZOS, E INUNDA DE PRINCIPIOS, DE PROLOGOS, TU PAGINA... NOS HAS ENGANCHADO!!!
ResponderEliminarANONIMO CON MAYUSCULAS
Pues me has hecho que mi imaginacion VUELE!!! Si esto ya no sigue entonces me da cabida para crearme lo que sigue, no? :) Me encanta lo que has hecho!!!
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