Estuve aparcada en mi silla de ruedas en un rincón, en una tienda de sillas y mecedoras. Mi madre iba y venía por los recodos sinuosos de la tienda, en penumbra, mientras yo esperaba pacientemente en mi rincón viendo una mecedora antigua de rejilla y madera modernista. Esta me la compro, catapúm, pensaba. Es como las que tienen mis abuelos en Maestu. Sueño con un suave balanceo frente al balcón lleno de luz, con una comedia de los Álvarez Quintero en mis rodillas.
De pronto una madre joven aparca junto a mí una silleta de metal rosa y lona azulada. La aparca y se va. De la silla emerge una niña como de tres años, mejillas rojas y coletas. Que trepa por su asiento para salir o caerse o jugar al eterno balancín.
- Cuidado que te caes, le digo con angustia. Y no podré ayudarte, pienso. Ella me mira. Mira mi pierna.
- ¿Por qué no tienes un zapato?
- Porque me caí... mira, tengo una escayola.
A ella no le interesa la escayola. Gira la cabeza, mira mi silla, me sonríe gorjeando y musita:
- ... Y tienes cuatro ruedas, como yo.
Toda mi condición ontológica expresada en una sola frase, y con un clarividente dedo manchado de nocilla, señalándome.
me gusta muchisimo como escribes
ResponderEliminarOjalá te puedas levantar de la silla lo antes posible. Imagino que será muy molesto...aprovecha para hacer cosas que requieran, no sé, especial calma, en esta calma obligada.
ResponderEliminarGracias a los dos.
ResponderEliminarAnónimo, lo llevo bien. Me encanta leer, bucear por internet y jugar a las cartas. Y mi madre lleva la silla por la calle como una profesional.
Ahora hago mis pinitos con el andador...
Lo siento, Rocío. Siento de sentir, no de sentarse... ¡Ánimo!
ResponderEliminarLo siento mucho Rocío.Espero que ya muy pronto lo superes al 100 x 100.¿Cómo ha sucedido,resbalaste en el sitio menos sospechado,como es lo habitual?- de todas maneras,creo que cuándo ocurren éstas cosillas tan dolorosas, -al principio aún más- será por el destino que nos lo tenía guardado, . . . pero que tú no te preocupes, porque no hay mal que por bien no venga.Así que habrás sacado provecho a otras tantas tareas o placenteramente habrás quemado más tiempo en tus hoobies predilectos.Venga,ánimo,que te pondrás bien muy pronto.
ResponderEliminarPor cierto Rocío,no se si te dí mi enhorabuena por tus dos libros de poesías que has publicado,si es así,te lo recalco ahora mismo.
Y otra cosilla,¿cómo me podría hacer de tus dos obras,o al menos una,dónde se pueden comprar?
SALUDOS
Isdabita, gracias por tus comentarios. Mirar el fuego lo puedes pedir en La Casa del Libro o en cualquier librería que venda poesía. No lo tendrán ya, jeje, porque no es novedad, pero te lo traen.
ResponderEliminarLas siete Barbies son más difíciles de encontrar... Puedes escribir a la Fundación de Cultura Andaluza, c/ Salmedina, 3, SEVILLA...