"Que digan lo imposible", apuntaba dÓrs refiriéndose a los versos. Si un poema tiene que decir lo imposible, un poeta debería pensar y desear lo imposible. Así ando yo en los últimos días, dando alas a fantasmas inconcretos de la imaginación y la memoria, esas dos potencias del alma que no pueden nada, que todo lo pueden. El fruto de todo esto ha sido un poema, que no ha corregido nadie aún, y que ofrezco al respetable.
Mi corazón doméstico y descalzo,
de andar por casa, de mirar el fuego
en bata y zapatillas, de paisajes
interiores; ventanas y ventanas,
mi corazón que duerme por el día
sintiendo la llamada de las tres
tiendas, que no se quiere levantar
y vuelve cada noche al escenario,
mirándote mirar se quedaría
toda la vida, si dijeras dónde.
(Addenda: he corregido el poema gracias a todos vosotros, y os lo ofrezco.)
también podía terminar así:
ResponderEliminar"mirándote mirar me quedaría
toda la vida, si dijeras dónde."
muy original esa imagen con encabalgamiento de las tres tiendas contagiadas de una felicidad transfigurada y el tradicional "mirándote mirar" como aguja que cose nítidamente los hilos del recuerdo
ResponderEliminarMaravilloso. La mención a las tres tiendas, tan sutil, es hermosa y sugerente; es uno de mis pasajes preferidos del Evangelio. Tu pequeño corazón doméstico me trae al recuerdo unos versos de Carlos Bousoño:
ResponderEliminarY cuánto yo he querido alcanzar, porque fuese
tu mirada orgullosa de haberme amado un día;
de haberse detenido sobre mí, sobre ese
corazón tan menudo que nadie lo veía...
Un apunte menor, aunque quizá no tenga razón: yo sustituiría la coma detrás de "ventanas y ventanas" por un punto y coma, para marcar más la pausa. Tal vez es que no he acabado de captar el ritmo del poema. ¡Ah! Y el segundo final me gusta hasta "suelto", sin nada más.
Lo verdaderamente maravilloso son los versos de Bousoño, vamos... emocionane. Y muchas gracias a ambos.
ResponderEliminarEl poema es muy bonito; llevado por la música y la imagen.
ResponderEliminarEl comentario de CRM tres veces bueno: el último verso de Bousoño, la sugerencia del punto y coma, y la de la autonomía de la segunda versión.